cultura
y la caracterización de un reloj de red
óptica basado en el átomo de estroncio
(CIROEs), con una exactitud y estabilidad
en frecuencia en partes por 10-18».
Ese margen supone un desvio en
la medición del tiempo de un segundo
cada, aproximadamente, 30.000 millones
de años, lo que representa «más del doble
de la edad del Universo», indica el artículo
La Armada y la metrología del tiempo:
El camino hacia una nueva redefinición del segundo,
del propio Esteban y del también
especialista del ROA, el teniente de navío
Héctor Álvarez, publicado por la Revista
General de Marina el pasado octubre.
Tanto los relojes de red óptica, como
la nueva definición del segundo SI
(Sistema Internacional de Unidades),
servirán al avance de tecnologías de
geolocalización y conectividad ya existentes,
como el GPS o el sistema 5G y
otras que estén por venir.
TIEMPO Y COMUNICACIONES
Asistiremos al nacimiento de un nuevo
escenario, al igual que antaño sucedió
con la llegada de otros artilugios medidores
del tiempo, cuya aplicación
en campos como la navegación fueron
fundamentales para conseguir más seguridad,
eficiencia y desarrollo.
Durante siglos la observación del
firmamento, junto a diversas herramientas
para medir el tiempo, guiaron
a los marinos. Así, buques y navíos
embarcaban relojes —ampolletas— de
arena. Con el correr de los siglos, otros
medidores ocuparon su lugar, como los
cronómetros marinos, ingenios mecánicos
llegados ya en el XVIII entre los
recelos de los astrónomos.
Su irrupción obligó a las estrellas a
compartir el protagonismo en la medición
del tiempo, aunque ellas también
ganaron, ya que empezaron a contar
con centros de estudios especializados
en su ciencia, como el propio ROA.
Los observatorios nacieron con la
doble función de formar en Astronomía
a los marinos y establecer en tierra las
referencias que permitieran a los buques
calibrar los citados cronómetros.
En estos centros, también se hicieron
imprescindibles los relojes de péndulo.
Sus ruedas, manecillas, esferas...
fueron ganando en precisión y en el siglo
XX, pasaron a ser eléctricos.
Esfera de un reloj
de péndulo de
1790, realizado
en París por
Ferdinand
Berthoud.
Detalle de un péndulo
astronómico inglés
del maestro español
Losada (1859),
regalo del autor al
ROA y que durante
un tiempo estuvo
en el vapor Piles
para determinar la
diferencia de longitud
entre San Fernando y
Almería. Debajo, vista
parcial de la colección
de cronómetros del
observatorio.
60 Revista Española de Defensa Marzo 2021