Herrera-de-la-Rosa A.
que se fueron cambiando por el sistema de agua caliente tanto
en el Hospital como en la Clínica filial de Vista Alegre de la
que hablaré a continuación(10).
Es necesario mencionar la necesidad que hubo en esta época
de completar la hospitalización del Hospital de Carabanchel
con el que se instaló en el antiguo Colegio de Huérfanos de la
Policía Armada, que había en la Finca de Vista Alegre, donde
se emplazaron Clínicas Médicas y Quirúrgicas, disponiendo
de 1.000 camas, Gabinete de Rayos X, Laboratorio de Análisis
Clínicos y Quirófanos. Pero principalmente se utilizó para
enfermos tuberculosos, que era la mayor demanda de enfermedad
de la época y la mayor causa de mortalidad, seguida
de la meningitis de esta u otra etiología. Esta filial se prolongó
diez años, devolviéndose a sus antiguos dueños en 1949. Desde
1946 hasta esta fecha sólo quedó la Clínica de Tisiología a
cuyo cargo estaba D. Francisco de los Ríos(11), alumno de
D. José Valdés Lambea, antes mencionado.
En este año de 1949, se inauguró el Sanatorio Militar
Antituberculoso
de Guadarrama, que tenía un flujo permanente
de enfermos con el Servicio de Tisiología. Hoy es un Geriátrico.
En 1952 se edificó el Pabellón de Maternidad, obra que fue
posible por la colaboración del Patronato Militar del Seguro
Obligatorio de Enfermedad, y de la que fue paladín defensor
D. Alejandro Gómez Durán, que fue su primer Director.
Acontecimiento curioso de esta época de posguerra fue el
hallazgo en enero de 1940 del cuadro de Isabel II, pintado por
Federico Madrazo, que la Casa Real había regalado a Sanidad
Militar y figuraba en la Sala de Juntas. Había desaparecido
durante el tiempo en el que he dicho que el Hospital fue zona
de guerra y sufrió bombardeos. Sor Benigna Murugarren lo
encontró en un almacén cuando buscaba otras cosas para ir
preparando el Hospital que debía recibir nuevo enfermos(12).
Un acontecimiento verdaderamente notable fue la Orden
de 5 de junio de 1946 por la que los Hospitales Militares de
Madrid-Carabanchel y de Tetuán se llamarían desde su publicación
Hospital Militar Gómez Ulla.
La era antibiótica había empezado en el Hospital en 1945
con la penicilina, y en 1948 con la estreptomicina. En septiembre
de 1954 el Premio Nobel de Medicina Abraham Waksman
que había descubierto la estreptomicina, visitó el Hospital
Gómez Ulla, con este motivo se dio su nombre a una sala de
estudio y lectura.
Otro hecho digno de señalarse en esta época es la Hospitalización
a Domicilio, que se adelantó 16 años a la del Hospital
de la Santa Cruz y San Pablo de Barcelona, y que se cree
(10) Esta finca del Barrio de Carabanchel, perteneció a la Reina María Cristina.
Después la compró el Marqués de Salamanca, y en 1886, dadas las
enormes deudas que dejó, sus herederos cedieron la finca al Estado quien
la reconvirtió en un gran recinto de establecimientos asistenciales y docentes
de titularidad pública.
(11) A D. Francisco de los Ríos no le conocí, fue el jefe de D. José Wilhelmi
mi jefe y maestro cuando yo llegué en 1972 a iniciar mi especialidad, al
que me referiré más adelante. A la viuda de D. Francisco de los Ríos la
conocí cuando iba, durante años, a felicitar, el día de su santo a Sor Concepción,
la religiosa que desempeñó, durante tanto tiempo, la atención a
los tuberculosos.
(12) Este cuadro pasó a Patrimonio, se instaló en el Museo del Ejército, y se
prestó al Hospital para «lucirlo» durante un día, en la antigua sala de
Juntas del edificio histórico, cuando se celebró el centenario,
52 Sanid. mil. 2021; 77 (1)
oficialmente pionero en este servicio sanitario. En aquella ocasión
el Hospital Gómez Ulla tenía una ocupación del 100% y
fue de gran utilidad. Más tarde al concebir un nuevo hospital
con Unidades Funcionales de Cuidados Mínimos, Medios e
Intensivos, se suplió esta necesidad, como luego apuntaré.
Tras la Guerra Civil se reanudaron los Curso de Especialidades
Médicas y sus profesores empiezan a ser nombres
cercanos a mi vida como el Comandante Álvarez Pérez de
Otorrinolaringología; el Teniente Coronel D. Antonio Vallejo
Nájera de Psiquiatría; el Comandante D. Juan Pablo D´Ors de
Medicina Interna, hijo del célebre escritor, el Capitán Marcos
Clemente, de Anestesia(13); el Comandante Sánchez Galindo,
que fue pionero en España de la Cirugía Plástica; el Comandante
Francisco de los Ríos de Tisiología que ya nombré al
hablar de la Clínica de Vista Alegre.
En el Hospital, al paso que seguían los cursos de Especialidades
y surgían especialistas, se estaban creando en los años
cincuenta y sesenta nuevos servicios de Especialidades y completándose
los existentes.
El Servicio de Neurocirugía aparece en 1955 y el primer
neurocirujano es D. Miguel Jiménez Gan. que se había formado
con el Profesor Obrador Alcalde. Cuando llegó el
Dr. Jiménez Gan introdujo la Angiografía Cerebral, de esta
forma el desarrollo de este servicio, se facilitó por los avances
de Anestesia y Radiología.
El Servicio de Cirugía Cardiovascular anexo al Servicio
de Cardiología, que había empezado a funcionar en 1940,
siendo su Jefe D. Pedro Gómez Cuellar, que contaba para
el equipo de Cirugía Cardiaca con los capitanes Médicos D.
Pedro Muñoz Cardona y D. Justo González Álvarez y con los
Tenientes Médicos D. Joaquín Azpeitia y D. Pedro Sanz. En
1958 se puso en marcha un Gabinete experimental de Cirugía
Cardiovascular y se hizo un gran análisis crítico sobre el nuevo
Servicio y sus posibilidades(14).
(13) Con D. Pascual Marcos Clemente, hablé muchas veces, años después, en
animadas tertulias con los médicos de guardia, pues el entonces Teniente
Coronel Marcos Clemente tenía su vivienda dentro del recinto del hospital.
Era un hombre inteligente y amable, con un gran sentido del humor.
Fue General Médico, Jefe de Sanidad de la Primera Región Militar.
(14) Aquí figura D. Justo González Álvarez como adscrito al Servicio de Cirugía
Cardiovascular pero merece advertir que Don Justo fue luego un
hombre emblemático en el Hospital como Cardiólogo y se comenta en la
crónica de cardiología del libro del Centenario que hay tres Figuras en el
Hospital que se les conoce más por su nombre (precedido del Don) que por
su empleo Militar o apellido. Para mí Don Justo, incluso cuando llegó a
General de División fue siempre Don Justo, mi profesor, mi jefe y lo fue sin
que esto impidiera que fuese también mi amigo, dado el trato cordial con el
que siempre me distinguió. Allí se dice que este exclusivo Don sin nombrar
apellidos, lo comparte con Don Juan Pablo D´Ors y con Don Mariano
Gómez Ulla. Yo no estuve en el Hospital en tiempos de D´Órs ni de Gómez
Ulla, a estos siempre les asocié el apellido, por razones obvias. Pero el Don
en el Hospital lo llevó también Don José Wilhelmi, mi primer Jefe de Neumología,
al que siempre se le llamaba Don José y cuando no estaba presente
se le cambiaba el nombre por San José, dada su gran bondad, cualidad que
también le atribuye en la Crónica de Cirugía Torácica el Coronel Esteban.
A Don José le enviaban las Conferencias de San Vicente niños de familias
pobres con la excusa de que tosían, Don José los auscultaba, les daba un
jarabe y les metía en el bolsillo del babero un billete de cien pesetas. Cuenta
Sor Concepción que en una ocasión en la que se iba de permiso y dejaba
encargado del Servicio a su único colaborador, Ramón Capdevilla, (así era
de pobre la plantilla del Hospital), éste le dijo: ¿Y qué hago con los «sanvi