la seguridad de las armas nucleares opinión 565
e internacionales; a grupos étnicos asociados a
áreas de conflicto; a traficantes con alto nivel de
operatividad en el tráfico ilícito de armas, les faltó
tiempo para penetrar las bases militares soviéticas
y hacerse con inmensos stocks de armas y
tecnologías en un entorno de desesperación, corrupción
y desmotivación en las que habían caído
un alto número de oficiales y personal destinados
en bases donde se atravesaban enormes penurias
económicas. El mercado negro de venta de armas
soviéticas y de países satélites contribuyó a incendiar
numerosos conflictos y guerras civiles especialmente
en Africa, donde según informes de
Naciones Unidas, para 2001 22 países se hallaban
sumergidos en guerras internas. Uno de los casos
más conocidos es el del traficante Victor Bout,
arrestado en marzo de 2008, expiloto de aviación
que desarrolló una poderosa red de tráfico ilícito
de armas en numerosos países. También se publicó
la trama de venta de unidades de transporte
militar soviético por parte del traficante Ludwig
Liosha Fainberg, intermediario entre la mafia rusa
y los cárteles del narcotráfico colombiano. Fainberg
fue detenido en enero de 1997 por agentes
de la DEA y del FBI de Florida cuando estaba
a punto de ultimar la venta de un submarino y
en cuyas conversaciones parece ser que llegó a
plantearse si se vendería con misiles o sin ellos.
Robos significativos pudieron haberse cometido
dentro de la base de la gran Flota Norte, que concentraba
el mayor número de submarinos nucleares
de la URSS en aquella época, unos operativos,
otros en desmantelamiento, y donde se encontraban
distintas instalaciones de almacenamiento de
material nuclear en las regiones de la Península
de Kola, Murmansk y Arkangelsk.
La disolución del estado soviético el 8 de diciembre
de 1991 supuso la ruptura de la cadena
de mando y a quién correspondía oficialmente
el control de las armas nucleares que se hallaban
desplegadas a lo largo de las quince repúblicas
que conformaban la URSS. Durante el golpe de
estado del 19 de agosto de 1991, no estaba claro
quién tenía las consolas portátiles de control de
lanzamiento con sus códigos.
El proceso de traslado y retirada por tierra de
las armas nucleares desde Ucrania, Bielorrusia y
Kazajistán resultó muy peligroso al ser transportadas
en convoyes de ferrocarril atravesando
zonas de guerra abierta como Chechenia. Ucrania
poseía el arsenal estratégico más grande
del mundo después de Estados Unidos, y el número
de armas nucleares en Kazajistán parece
revista de aeronáutica y astronáutica / julio-agosto 2021
ser que era superior a los arsenales nucleares
de China, Francia e Inglaterra juntos. Al riesgo
del traslado en superficie, había que añadir las
disputas internas y enormes reticencias y resistencia
de los gobernantes de las nuevas repúblicas
que no eran proclives a la desnuclearización
de las mismas. Al final, tras suscribirse
acuerdos bilaterales, trilaterales, multilaterales
y discusiones entre Estados Unidos, Rusia, Ucrania,
Bielorrusia y Kazajistán, las armas nucleares
procedentes de las tres ex repúblicas soviéticas
se hallaban hacia 1996 en territorio ruso bajo
el control de Moscú, habiendo quedado otras
desmanteladas o destruidas.
Aquí cabría recordar el caso conocido como el
de las Maletas Lebed que provocó más de un dolor
de cabeza. Durante años, la URSS fue fabricando
bombas atómicas de la fracción del kilotón,
transportables en maletas del tamaño aproximado
a un equipaje de mano. En 1997 el general
Alexander Ivanovich Lebed, gobernador del estado
de Krasnoyarsk, denunció públicamente sin
aportar pruebas que más de 100 maletas de un
supuesto de 250 estaban fueran del control de
las FAS rusas, sin saber él si se habían destruido,
robado o vendido. El Ministerio de Defensa ruso
declaró en diversas ocasiones que su arsenal nuclear
no sufrió alteraciones delictivas.
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