La fotografía de un capitán y tres tenientes del Tercio de Extranjeros, sirve de apoyo
para profundizar sobre la unidad, la 4.ª Compañía de la II Bandera de la Legión, una
de las más activas en la campaña, y sobre sus componentes. En sus filas, todos estos
oficiales fueron protagonistas de destacados hechos de armas durante la Guerra de
Marruecos, pero el destino guardaba a cada uno un camino diferente
47
Esta fotografía despierta sentimientos
entre aquellos que en algún momento
formaron en las filas del Tercio
de Extranjeros de la Legión. Se trata
de una imagen de la campaña de África,
de gente de guerra, de legionarios,
de compañeros, de amigos y también
de héroes.
La voy a datar en la primavera del año
1924, cuando las fuerzas españolas
intercambiaban esfuerzos con Abd
el Krim en el territorio del Rif. El Tercio
de Extranjeros llevaba más de tres
años a tiros y bayoneta contra los rebeldes
de Marruecos, contra quienes
se habían convertido en sus enemigos
naturales, como ellos decían: «contra
los moros». Casi tres años desde que
la I y II Banderas se desplazaron (más
adelante también lo haría la cuarta)
hasta una Melilla amedrentada. Las
enardecidas cabilas habían derrotado
a las fuerzas españolas en Annual
en julio de 1921 y habían sembrado de
millares de cadáveres de soldados españoles
los campos marroquíes, llegando
hasta las mismas puertas de la
ciudad.
Desde agosto de 1921 las operaciones
se habían sucedido en la zona
oriental del protectorado de Marruecos.
El Tercio de Extranjeros había
crecido luchando y regando «con la
sangre de sus legionarios», como cita
ese espíritu del Credo Legionario,
el ideario moral redactado por el teniente
coronel Millán Astray en 1920,
cuando planificaba la organización de
la futura unidad; ideario que aún hoy
se mantiene en vigor. En aquel ascenso
estaban presentes otros apartados
del credo, el espíritu de sacrificio: «No
se quejará de fatiga, ni de dolor, ni de
hambre, ni de sed ni de sueño…», el
espíritu de marcha: «Jamás un legionario
dirá que está cansado…», y el de
combate: «La Legión pedirá siempre
combatir sin turno…», y quizás el más
tajante, el de disciplina: «Cumplirá su
deber, obedecerá hasta morir».
Detrás de las máximas espirituales
también estaban las victorias, también
pesaba la sangre de sus enemigos
vertida sobre los campos africanos
mientras los legionarios prendían
las victorias de la punta de las bayonetas
de sus Mauser. De esta manera
abrieron un puesto destacado entre
las fuerzas de choque, junto a los Grupos
de Fuerzas Regulares Indígenas.
El sacrificio era constante. El capitán
Franco Salgado-Araujo, en aquel verano
de 1921 jefe de la 1.ª Compañía
del Tercio de Extranjeros, en su obra
escrita Mi vida junto a Franco, nos
acerca al quehacer diario de la Legión
en África: «Muchas veces combatíamos
desde que salía el sol hasta
que se ponía, después de regresar a
nuestro vivac, comía la gente e inmediatamente
nos trasladábamos cada
bandera a las estribaciones del Gurugú,
a prestar el servicio de vigilancia
adecuado para la mejor defensa de
la plaza. Al comenzar el día siguiente
nos relevaban fuerzas de algún batallón
expedicionario y de nuestros legionarios,
y marchábamos otra vez a
tomar parte en la operación de guerra
designada por el mando supremo.
Llegué a estar tan rendido por la falta
de descanso y enorme sueño que se
lo expuse al comandante Franco, mi
Jefe de Bandera, diciéndole que mi
compañía necesitaba por lo menos
poder dormir cinco horas cada día
para mantener su aptitud física para
el combate»1.
La respuesta del comandante no dejaba
lugar a las dudas, el compromiso
de la Legión en la defensa de la ciudad
de Melilla era total: «… la vigilancia
nocturna del Gurugú es completamente
necesaria para la seguridad de
Melilla y la tranquilidad de su población,
que aún está bastante nerviosa
después de la catástrofe».
LA II BANDERA
DEL TERCIO
La II Bandera del Tercio se fundó el
22 de octubre de 1920. Su primer comandante
fue Fernando Cirujeda Gayoso,
un veterano de la anterior campaña
de Marruecos, donde había
combatido al frente de una compañía
de moros de la Milicia de Voluntarios
de Ceuta. Los méritos contraídos en
los combates de Biutz condujeron a su
ascenso a comandante, empleo con el
que llegó al Tercio el 28 de septiembre
de 1920, a tiempo de participar en la
organización de la II Bandera. Sus filas
se fueron completando; en pocas semanas
llegaron los capitanes Antonio
Alcubilla Pérez, que se puso al frente
de 5.ª Compañía, Álvaro Sueiro Villarino,
como jefe de la 6.ª de ametralladoras;
y la 4.ª Compañía, que comenzó
su andadura provisionalmente a las
órdenes del teniente Horacio Pascual
Lascuevas, hasta que a los pocos días
llegaron el capitán Pompilio Martínez
Zaldívar y el capitán médico Antonio
Saro Cano2.
Cirujeda no permaneció mucho tiempo
al frente de legionarios. Una molesta
y constante enfermedad estomacal
y la perspectiva de su ascenso
a teniente coronel le apartaron de
la Legión muy pronto. A Cirujeda le
sucedió en el mando el comandante
Carlos Rodríguez Fontanes, manchego
de nacimiento, pero gallego
de adopción, pues pasó mucho
tiempo en unidades gallegas como el