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operaciones de aquel conflicto: campaña
de Melilla, Tizzi Assa, Tifaruin,
Sidi Messaud, Xauen, Kudia Tahar y
Alhucemas.
Entonces ya faltaban oficiales en las
unidades de choque debido a las muchas
bajas sufridas durante intensos
y repetidos combates. Las operaciones
de repliegue de Xauen, que ya estaban
en la mente de muchos, serían
mucho más complejas si no se contaba
con los suficientes jefes de compañía
y de sección que dirigiesen a sus
soldados. El Ministerio de la Guerra
intentaba remediar el problema con
la difusión en la orden de un comunicado
requiriendo capitanes y oficiales
subalternos: «Para cubrir bajas provisionales
en unidades de fuerzas indígenas
que necesidades de servicio
aconsejen de momento, autorizo a VE
para que destine de cuerpos de ese
territorio dos capitanes y seis tenientes
por grupo entre voluntarios que lo
tengan solicitado o lo soliciten en lo
sucesivo. Lo que se publica para general
conocimiento y a fin de que por
los señores jefes de cuerpo se explore
la voluntad de capitanes y subalternos
del suyo que deseen ser destinados a
Grupos Regulares y Tercio».
La fotografía refleja uno de los espíritus
del Credo Legionario, el espíritu
de amistad. Su contenido, «De juramento
entre cada dos hombres», nos
habla de unos lazos creados entre
soldados, entre legionarios. La permanencia
en África suponía importantes
sacrificios que no se limitaban
al peligroso enemigo contra el que se
combatía, aquel del que nos hablaba
el capellán castrense Francisco Sureda
Blanes: «Es preciso haber estado
combatiendo en dicha campaña
para sentir lo que allí se siente, cuando
a cada paso se teme un enemigo
emboscado, cuando detrás de cada
roca puede asomar un fusil homicida.
Es preciso haber estado en Marruecos
para ponderar aquella vida
de campamento en el estrecho arco
de las alambradas, aislados del mundo,
bajo un sol de fuego, sobre una
tierra que arde, siempre constantes
al borde del parapeto, siempre atentos
al enemigo que acecha. Y esto un
día y otro día, una noche y otra noche.
Noches de tormenta cuyos rayos alternan
con las chispas traidoras del
fusil enemigo».
Teniente Clemente
Valverde Villareal