notables de la tribu ulad delim, que
decía ejercer el dominio sobre la península
de Río de Oro, se trasladara a
Lanzarote para certificar la compra de
la península por parte de la Compañía
Mercantil Hispano-Africana, heredera
de la canario-africana. España
todavía no se había establecido en el
Sahara, pero una compañía comercial
había comprado parte de su territorio.
Insólito.
En la goleta Ceres, cedida por el Gobierno,
se embarca el alférez Bonelli
y con ella recorre gran parte de la
abrupta costa. Resuelve que el único
punto que ofrece un refugio seguro es
la bahía de Río de Oro, en la que desembarca
el 4 de noviembre de 1884.
Iza la bandera española y establece
tres casetas de madera que traía desde
las Canarias: una en la futura Villa
Cisneros, otra en la bahía de Cintra y
una tercera en Cabo Blanco, donde
deja pequeñas guarniciones. La situación
no era clara ni agradable. Bonelli
no era delegado del Gobierno español,
sino de una compañía geográfica.
Eusebio Pontón, representante de
la compañía dueña del territorio, era
quien mandaba allí y, de esa forma,
no era posible ocuparlo, por lo que,
transcurrido un mes escaso, Bonelli
marcha a la península a informar de la
ocupación y resolver los graves problemas
102 / Revista Ejército n.º 973 • mayo 2022
de mando que se habían suscitado.
El 28 de agosto de 1885, Bonelli regresa
ya convertido en comisario regio.
Pontón había sido destinado a
otro sitio y podía proseguir la ocupación
del Sahara. La caseta de madera
fue quemada en marzo de 1885 por
los ulad delim, quienes mataron a parte
de la guarnición y capturaron al resto,
que fueron devueltos a Canarias.
Otros dos ataques posteriores fueron
rechazados plenamente. Se puede
decir que no hubo ya enfrentamiento
con habitantes del territorio hasta la
creación del Polisario.
Francia, que había recibido en el Congreso
de Berlín de 1886 casi toda
África occidental, era la potencia dominante
en la zona, por lo que se preocupó
de ir ocupando todo el territorio
asignado. Paso a paso y con muchos
reveses, fue pacificando las zonas
bajo su dominio. No le interesaba
que España pudiera hacerle sombra
u ocupase algo más del territorio que
se la había asignado en los tratados y
no permitía que este país se moviera
desde el enclave inicial. Nuevamente,
insólito.
Para la delimitación de las fronteras hicieron
falta tres tratados (1900, 1904
y 1912). El primero fijaba las fronteras
desde el sur hasta el paralelo 26º, quedando
la bahía del Galgo y la Sebja de
Iyil para Francia, para lo cual fue necesario
hacer malabarismos a fin de
justificar dichas pertenencias. El segundo
precisaba el resto de fronteras.
Las posesiones españolas formaban
un bloque que iba desde el norte de
Ifni al paralelo 21º 20’. Se establecía
la frontera sur de Marruecos en el paralelo
27º 40’, asignándole un territorio
que jamás le había pertenecido y
permitía que España ocupase la zona
de la Saguía El Hamra. El tercer tratado,
el más lesivo para nuestras pretensiones,
deshacía parte de lo ya fijado y
recortaba los territorios anteriormente
concedidos: se perdían la cuenca del
Num y la de Tinduf, Ifni quedaba aislado
al norte y la zona entre el río Draa
y el paralelo 27º 40’, junto con la zona
norte, formaría el Protectorado Español
de Marruecos. Hay que constatar
que el Gobierno español tenía la sensación
de que todo había salido perfecto
y había recibido más territorio del
que esperaba, de forma que premiaría
a su embajador en Francia y representante
de España en varios de los tratados,
León y Castillo, con el título de
marqués del Muni. Raro, insólito.
Vista exterior de la Factoría de Cabo Juby y el Fuerte