«interacción» entre las nuevas formas
de expresión o los nuevos conceptos y
los miembros de las FAS es fundamental
para conseguir el cumplimiento de
sus responsabilidades y misiones.
Hay que señalar que la necesidad denominativa
precisa una mayor rapidez
de puesta en práctica que el tiempo
de trabajo empleado por las comisiones
de normalización de términos, por
lo que, en muchas ocasiones, se emplean
los manuales directamente en
inglés, sin traducir; como es el caso
de los manuales de vuelo de los aviones,
para no perder la esencia de los
conceptos, y porque hay anglicismos
que son más prácticos que su correspondiente
vocablo en español porque
cifran una realidad con más detalle y
rapidez.
Este condicionamiento idiomático no
genera voces discordantes dentro del
conjunto de las FAS, entre otras razones,
porque el militar comprende la
necesidad de estar siempre a la vanguardia
en su trabajo y esto implica,
de forma indispensable, el conocimiento
del material, de la documentación
y de los conceptos en el idioma
vehicular de la OTAN. Además, desde
el inicio de su vida militar, vive en primera
persona ese reto de aprendizaje
constante y concibe su trabajo como
una oportunidad de mejora y una búsqueda
de la efectividad colectiva, de
la que él es una pieza básica.
ACRÓNIMOS EN OTAN
La lengua, como afirmaba el catedrático
César Hernández Alonso
(1991: 11), «es el soporte de la convivencia
y el factor que da cohesión a
una comunidad lingüística; ella es el
molde de la cultura y de la civilización».
Esta idea de establecer y mantener un
sistema de comunicación compartido
servirá como punto de partida para
enfocar el estudio en la OTAN, una
organización internacional que necesita
de esa comunión lingüística para
llevar a buen puerto la razón de ser de
su existencia.
El primer problema al que se enfrentó
la OTAN desde sus inicios fue la dificultad
de planificar y de llevar a cabo
no solo ejercicios conjuntos sino,
más importante, operaciones militares
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eficaces, sin estar dotada de una
cohesión física y material cuya premisa
más importante era disponer de
un canal de comunicación operativo
y funcional; es decir, un «idioma común
» que fuera la base en la que sustentar
la sinergia de la organización.
Para el funcionamiento correcto de
toda la maquinaria política y militar se
necesitaba la comprensión lingüística
efectiva por parte de todos sus miembros
de ese «idioma común» que les
permitiera avanzar en el camino correcto
como organización. La búsqueda
de la interoperabilidad y de una
terminología común serían los pilares
básicos de sus primeros años.
La importancia
de un idioma
común se basa en
un conocimiento
y desarrollo
normativo común
En la década de los 50, la OTAN llevó a
cabo diferentes ejercicios internacionales
en los que aspiraba a demostrar
su capacidad de respuesta a una posible
agresión personificada en el bloque
soviético (Rainbow 1950, Holdfast
y Mainbrace 1952, entre otros). Durante
estos ejercicios, se identificaron deficiencias
importantes en el lenguaje
conjunto del mando y se llegó a la conclusión
de la necesidad de disponer de
una terminología lingüística común en
áreas tan distintas como la artillería, el
repostaje o el suministro logístico en
las operaciones navales. En estos primeros
ejercicios conjuntos es donde
se empieza a desarrollar un estricto
marco de normalización lingüística en
todos los aspectos de compromiso
militar y de colaboración.
La OTAN, en su búsqueda de un idioma
común entre sus países miembros
y colaboradores, aspira a ser eficaz
cuando despliegue en operaciones
y ejercicios; todas las fuerzas deben
hablar y entender un mismo idioma y
utilizar las mismas normas técnicas en
un contexto tan complejo como el de
las operaciones multinacionales. Sin
normas que armonicen y allanen todos
los posibles contextos de interacción,
la interoperabilidad no sería posible.
La OTAN es la única organización internacional
en la que, una vez definida
y aprobada la terminología por el Consejo
del Atlántico Norte (su principal
órgano de decisión política), su uso
se hace obligatorio en toda la organización
y en sus estructuras. La terminología
de la OTAN se almacena y
gestiona en una base de datos denominada
NATOTerm. Esta base de datos
está disponible en los dos idiomas
oficiales de la organización (inglés y
francés), y mediante su actualización
periódica por parte de la Oficina de
Terminología de la OTAN, se promulga
la terminología recién aprobada.
En 2001 se dio un paso más hacia
la integración lingüística total con la
creación de la Agencia de Normalización
de la OTAN (NSO por sus siglas
en inglés), que es responsable de
coordinar las actividades de normalización
de toda la Alianza. Con ella, la
normalización terminológica se convirtió
en un objetivo oficial de la política
de esta Organización.
Todo este sistema de normalización
terminológica que desarrolla, fomenta
y mantiene la OTAN, es seguido en
mayor o menor medida por otras organizaciones
internacionales (ONU,
OSCE, UE, entre otras). Existe entre
todas ellas un vínculo de cercanía y un
espíritu comunitario que les motiva a
cooperar y fomentar la colaboración
en distintos escenarios, por lo que es
condición sine qua non disponer y hablar
el mismo idioma.
La importancia de un idioma común
se basa, asimismo, en un conocimiento
y desarrollo normativo común, lo
cual se traduce ineludiblemente en un
número cada vez mayor de publicaciones
de un variadísimo catálogo que
engloba desde documentos fundacionales,
políticas de la organización
y procedimientos operativos; hasta
manuales terminológicos, de acrónimos,
de abreviaturas aprobadas y sus
expansiones, códigos por países, palabras
de procedimiento, códigos de
brevedad y sus significados, etc.■