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apuntando que ese largo recorrido
por iglesias, conventos, catedral, sinagogas,
basílicas, capillas, ermitas,
hospitales, monasterios y santuarios
lo daba por bien empleado, pues era
como haber hecho «un rosario monumental,
realizado con toscas piedras
humildes y gastadas, y ladrillos limados
por el tiempo, deseando que las
palabras de esta, mi primera oración,
alcance al menos los 100 metros de la
torre de la Primada».
«Hacia el cielo te elevas torre, orgullosa,
porque de sobra sabes que eres
hermosa».
Esa oración seguro que alcanza más
allá de la altura que marca la aguja de
la torre de la catedral gótica de Santa
María y que, junto a otras de los muchos
artistas toledanos que ha habido,
han hecho posible que si ayer se
llevaron la imperial ciudad a Madrid,
hoy la capital de España (aunque siga
separada por las 12 leguas de siempre)
esté más cerca que nunca de Toledo.
Pese a todo, siempre será «la gloria
de España y luz de sus ciudades»,
«la Roma occidental del Tajo», «la de
las siete colinas», «la capital del reino
visigodo», «la rocosa y castrense por
excelencia», «la de las tres culturas:
judía, árabe y cristiana»... Y, por encima
de todo, para muchos, la eterna
«capital de Sefarad».
Hoy Toledo
sigue siendo
lugar mítico para
muchos judíos
de Jerusalén,
Salónica y
Estambul
Y es que tras el Edicto de Granada de
los Reyes Católicos sobre la expulsión
de los judíos de España, donde se decretaba
que debían abandonar las
tierras castellanas antes del 31 de julio
de 1492, muchos habitantes de la
entonces judería toledana, la madinat
al-Yahud (espacio urbano dentro
del Toledo amurallado), decidieron
convertirse al cristianismo y quedarse,
si bien otros se unieron a la diáspora
y marcharon camino del exilio.
Hay varios detalles que demuestran el
apego que tenían por esa tierra, que
también era la suya. Primero mantuvieron
el judeoespañol, ladino o judezmo
allá donde fueron, y segundo y
más importante, conservaron las llaves
de sus casas pensando en regresar,
aunque no lo hicieron nunca. Hoy
Toledo sigue siendo lugar mítico para
muchos judíos de Jerusalén, Salónica
y Estambul.
En la actualidad, Toledo ha sabido
como nadie, por un lado, rehabilitar
y revitalizar su casco histórico (declarado
Patrimonio de la Humanidad
en 1986), adaptado de siempre magistralmente
al ilustre cerro manchego,
donde hoy todo es antiguo y nada
huele a viejo; por otro lado, tener a la
vez un espectacular crecimiento en
sus terrenos extramuros, siendo en la
actualidad una ciudad viva, una ciudad
cultural de referencia y un atractivo
tanto para los que la visitan como
para los que viven en ella.
Para la Academia todo empezó en
1340, cuando el rey Alfonso XI el