I N F O R M E
Seguridad marítima en el
GOLFO DE GUINEA
Vicealmirante Juan Luis Sobrino Pérez-Crespo
Comandante del Mando Operativo Marítimo
LA Armada comenzó su actividad en África Occidental y
Golfo de Guinea en el año 2010, en apoyo del Plan África
2009–2012 del Gobierno, desplegando patrulleros oceánicos
en la región, por ser el tipo de unidad que mejor se
adapta a la misión encomendada y a los cometidos de Seguridad Marítima.
Desde 2013, este despliegue se desarrolla en el ámbito de la
estructura operativa, encuadrado en el marco de las actividades que
las Fuerzas Armadas realizan en la costa occidental africana y Golfo
de Guinea, en lo que se viene denominando «Despliegue africano».
Dichas actividades se basan en el concepto de que no es una
zona de operaciones, sino un área de cooperación. Esta aproximación
a la región es totalmente respetuosa con los países soberanos de la
zona, está basada en las relaciones bilaterales y orientada a estimular
que los países ribereños ejerzan las responsabilidades en sus espacios
marítimos de soberanía e influencia y den respuesta a los retos de
seguridad en esos espacios. La presencia de unidades de la Armada
puede ayudar a crear esa dinámica, no solo mediante actividades de
vigilancia u operativas, sino también mediante intercambios de información
y actividades bilaterales o multilaterales, a demanda de los países
del área, y orientadas a la creación de sus capacidades marítimas.
FOCO DE INSEGURIDAD CRECIENTE
El Golfo de Guinea se ha convertido en uno de los mayores focos de
inseguridad marítima a nivel global, motivo de preocupación para las
navieras y el sector pesquero español que operan en esas aguas. En
la última década los incidentes de piratería han aumentado de manera
incesante, justo al contrario de lo sucedido en las costas del Cuerno de
África, zona de actuación de la operación Atalanta. El 90 por 100 de
los secuestros que tuvieron lugar en la mar en 2020, se produjeron en
aguas del Golfo.
Al comienzo, los actos de piratería se producían cerca de costa,
principalmente en el delta del Níger, y consistían normalmente en
robos de combustible o de los bienes y equipamientos de los propios
barcos. Sin embargo, en los últimos años, y particularmente en
2020, se observan nuevas tendencias. En primer lugar, los ataques se
producen en la actualidad a mayor distancia, pasando de distancias
inferiores a las 40 millas náuticas de costa a superar las 150. Ello responde
a una mayor «profesionalización» de los piratas que, de este
modo, escapan de la vigilancia que establecen agencias de seguridad
contratadas o las propias Marinas de los países costeros y consiguen
aumentar el factor sorpresa.
Otra tendencia creciente es la dispersión de los ataques. Si bien
al principio se concentraban en el delta del Níger, en 2020 se produjeron
ataques frente a las costas de hasta nueve países: Costa de Marfil,
Ghana, Togo, Benín, Camerún, Guinea Ecuatorial, Gabón, Santo
Tomé y Príncipe y República Democrática del Congo. Ello podría indicar
que la actividad de la Marina de Nigeria, la más potente del área,
ha provocado la búsqueda de escenarios menos vigilados.
Otra característica a destacar es el cambio observado en las técnicas
piratas. Hace años, los ataques se concentraban principalmente
en petroleros y barcos de gran porte, a los que asaltaban y robaban; la
tendencia reciente más habitual es el «secuestro para rescate» (Kidnapping
For Ransom, KFR), pero de una manera diferente a lo que
se vivió en la piratería del Índico. Allí los barcos secuestrados eran
conducidos a fondeaderos próximos a los poblados piratas hasta el
pago del rescate. En el Golfo de Guinea los asaltantes secuestran a
algunos miembros de la tripulación (preferiblemente no africanos) y
son conducidos a lugares indeterminados de la costa solicitando un
rescate. El resto de la tripulación y el barco quedan liberados.
18 Revista Española de Defensa Junio 2021