fuerzas armadas
MADRUGADA del 13 de mayo.
Es noche de luna nueva sobre
el Campo de Maniobras y Tiro
de los Alijares, en Toledo. Con
un pie en el suelo y el otro todavía
sobre el estribo del helicóptero Chinook, el
teniente coronel Juan González Amezcua, jefe
del grupo táctico paracaidista, ordena a los operadores
radio la activación de dos mayas de comunicación.
Los pertrechos con los que se montará
el puesto de mando permanecen aún embalados
en la aeronave de transporte pesado, pero no hay
tiempo que perder. Una de las mallas servirá para
coordinar el despliegue de las unidades de asalto;
la otra enlazará con los helicópteros de ataque
Tigre que darán apoyo de fuego a los soldados e
informarán desde el aire al mando en tiempo real.
Son los observadores avanzados de todo cuanto
sucede en Rakvere, la capital de un país ficticio de
la región escandinava tomado por fuerzas convencionales
e insurgentes.
Comenzaba así la acción de asalto aéreo del
Martial Resolve 21, el mayor ejercicio de integración
de capacidades realizado por la nueva División
San Marcial desde su reestructuración.
En el ejercicio, la Brigada Almogávares VI de
Paracaidistas (BRIPAC) lidera las operaciones y
constituye el grueso de la agrupación táctica Nápoles,
punta de lanza, de entrada inicial, de una fuerza
de reacción rápida integrada en una división de infantería.
Esta unidad de alta disponibilidad cuenta
con medios de las Fuerzas Aeromóviles del Ejército
de Tierra (FAMET), tres patrullas de la Compañía
de Reconocimiento Avanzado (CRAV), también
de la BRIPAC, dos equipos tácticos de Información
e Interacción del Regimiento de Operaciones
de Información (ROI) nº 1 y otro ligero de guerra
electrónica del Mando de Transmisiones. En el ejercicio
participan, además, efectivos de los mandos de
Operaciones Especiales y de Tropas de Montaña,
las otras dos unidades que componen la San Marcial
junto a la BRIPAC, las FAMET y el ROI.
A pesar de las condiciones mínimas de visibilidad
y de frío casi extremo, el empleo conjunto de
los procedimientos aéreos y terrestres, uno de los
principales objetivos del ejercicio, permite a los
400 paracaidistas tomar por sorpresa y en tiempo
record el aeropuerto de la ciudad y el nudo de comunicaciones
que acoge. El asalto aéreo culmina
apenas dos horas y media después de haber alcanzado
la zona de operaciones en cuatro rotaciones
sucesivas a bordo de siete helicópteros de maniobra
—dos NH-90 y cinco Cougart y Superpuma— y dos
de transporte pesado Chinook. La misión principal