![](./pubData/source/images/pages/page102.jpg)
taban los delatores y enemigos personales por
diversas causas, capaces de inventarse mentiras
para medrar y disipar su propia culpabilidad. Era
el momento de la venganza. En la casa de los
hermanos Ávila encontraron documentos probatorios
de su intervención en la conjura, a juicio de
los oidores, y quisieron dar ejemplo al resto. Condenaron
a los dos hermanos a ser decapitados y
expuestas sus cabezas en las picotas de la plaza
de Armas de la urbe. La condena se cumplió de
inmediato con gran dolor.
El que más sufrió en las investigaciones fue el
Mestizo. Le forzaron al máximo para que delatara
a sus hermanos, pero no lo consiguieron. Se mantuvo
fi rme, recto en sus creencias y siempre respondió
lo mismo: «He dicho la verdad y no tengo
más que decir». Lo repitió en las salas de interrogatorios
y de tortura; y en la última, muchos inculpados
perecieron o modifi caron su declaración
ante el terror de los aparatos.
Un rayo de luz se abrió en Nueva España con
la llegada del nuevo virrey, Gastón de Peralta,
marqués de Falces, quién se enteró con diligencia
de todo lo ocurrido con la supuesta conjura y,
sin demora, excarceló al Marqués. Revisó las penas
de los tres hermanos y resolvió de manera favorable
para ellos: al Marqués le permitió viajar a
España para explicar su caso al rey, mientras que
a Luis Cortés le conmutó la pena de muerte por
su destierro a galeras en Orán durante diez años.
Las familias del Marqués y su hermano Luis viajaron
rumbo a España en la primavera de 1567.
Martín el Mestizo pudo acompañar a sus hermanos,
pero no lo hizo. Prefi rió quedarse en Nueva
España en compañía de su familia. Esa decisión
le pesó en el futuro, pues enseguida cambió
el virrey y el asunto de la conjura volvió a agitarse.
Interrogatorios, torturas, penurias y sufrimiento. Sus
abogados hicieron un gran esfuerzo por lograr su
libertad, sin éxito alguno. Expusieron sus títulos de
Caballero de la Orden de Santiago, el servicio a
la Corona en múltiples batallas, su descendencia
de Hernán Cortés y La Malinche, artífi ce de
la Conquista en Nueva España... Nada. Todo fue
estéril.
Al fi nal, el Mestizo fue condenado al exilio a
perpetuidad de las Indias y alejamiento a más de
cinco leguas de la Corte Real en España.
Se despidió en el puerto de Veracruz de su esposa
e hijos (Fernando y Ana, hija de Bernaldina).
Ellos no podían viajar por motivos económicos.
Allí se quedaron sus hijos, su esposa y su hermana
María Jaramillo, todos los seres queridos que le
habían apoyado en los momentos más duros de
su existencia con el fi n de lograr su libertad; si bien
ahora su única libertad era la del destierro, arruinado,
maltrecho y solo, sin parentela ni honores.
Final
Cuando el Mestizo llegó a Sevilla no pudo ver
a sus hermanos, toda vez que Luis estaba desterrado
en Orán y el Marqués se encontraba encarcelado
en un castillo cercano a Madrid con
la prohibición de recibir visitas. A los cinco años
liberaron al Marqués de la cárcel y a Luis de su
destierro, mas para entonces el Mestizo ya había
fallecido. El único que luego volvió a México fue
Luis, mientras que el Marqués se quedó en Madrid.
El Mestizo logró recuperarse de sus heridas físicas
y mentales y contactó en España con antiguos
compañeros de su época de paje. Regresó
al ejército y estuvo de capitán en un regimiento
luchando en las Alpujarras contra los moriscos.
Hubo un levantamiento de estos en las sierras de
Ronda y Bentomiz y acudió en ayuda de los cristianos
don Juan de Austria, hijo ilegítimo del emperador
Carlos V, que llegó con varios tercios de
Flandes. El Mestizo estaba integrado en esas fuerzas
y se encontraba feliz con su nuevo destino.
Todo iba bien hasta que, en esas tierras meridionales
de España, y con el grado de comandante,
murió defendiendo lo que más quería en
su vida: la milicia y la Corona.
Su familia sintió una gran pena por la muerte
de un hombre que ofreció lo mejor de su vida al
servicio de la profesión que amó por encima de
todo. Un militar íntegro, solidario con sus hermanos
y luchador por los valores que aprendió en la
Corte española.
El año 1569 falleció Martín Cortés, hijo de Hernán
Cortés y La Malinche, el primer noble mestizo
en una tierra de mestizos.
Bibliografía
BENNASSAR, B.: Hernán Cortés. El conquistador de lo imposible. Temas de Hoy. Madrid, 2002.
FERNÁNDEZ DE OVIEDO, G.: Historia General y Natural de las Indias. Editorial Bruño. Madrid, 1991.
GARRIDO PALACIOS, J.: Conjura en Nueva España. Editorial Adarve. Madrid, 2021.
LANYON, A. The New World of Martin Cortes. Editorial Da Capro Press. Cambridge, 2004.
SUÁREZ DE PERALTA, J.: Tratado del descubrimiento de las Indias y su conquista. Alianza editorial. Madrid, 1990.
102 Armas y Cuerpos Nº 149 ISSN 2445-0359