Diego Rodríguez de Silva y Velázquez
El príncipe Baltasar Carlos a caballo
El príncipe Baltasar Carlos
Los niños representados por Velázquez
Diego Rodríguez de Silva y Velázquez nació en
Sevilla en 1599 y murió en Madrid en 1660. Velázquez
es el artista más representativo de la pintura
barroca de nuestro país. Empezó a pintar a los 11
años y fueron sus modelos, en múltiples ocasiones,
su mujer y su hija Francisca. Algunas de sus
obras están en la cumbre de la pintura universal
de todos los tiempos. Su técnica sirvió de referencia
para multitud de pintores, entre los cuales se
encuentran Goya y Picasso. Es la fi gura señera
de la Escuela Nacional y de la pintura española
y uno de los primeros de la pintura universal.
Su principal maestro fue la naturaleza y su propio
genio estimulado por los pintores fl amencos y venecianos.
Prefi rió la calidad a la cantidad; pintó
poco más de cien cuadros. Mayer, el gran tratadista
alemán de arte, ha dicho que su obra es «la
divina comprensión de un genio ante el mundo y
la vida».
El príncipe Baltasar Carlos a caballo fue encargado
para decorar el salón de Reinos del Buen
Retiro. Un bello fondo paisajístico en grises, azules
y blancos nevados representa la sierra de Guadarrama,
ante la cual el pintor plasma esta fi gura
infantil llena de gracia. El traje del niño, que incluye
espada al cinto, es un rico ejemplo de colorido
y el rostro del príncipe está realizado con sencillez,
lo que no ocurre con la voluminosa panza
del caballo, en corbeta, siguiendo la moda de
la época. La postura del príncipe es demasiado
cómoda para la violenta corbeta de su cabalgadura.
Para algunos autores el caballo se muestra
como inerte y sin vida, lo que sugiere que puede
tratarse de un caballo disecado, lo cual justifi caría
la inmovilidad de su posición. La factura del
óleo es ligera y con poca pasta. Pertenece al Museo
del Prado y sus medidas son 209 por 173 cm.
Hacia 1639 pintó El príncipe Baltasar Carlos en
traje de gala, negro y plata, mostrando la elegancia
del porte y la expresión inteligente del joven
heredero de la Corona, que entonces debía
tener sólo unos once años de edad. La mano se
apoya en la empuñadura de su espada. Parece
que Felipe IV envió este cuadro a Viena para Mariana,
prima del príncipe, con la que estaba ya
prometido y que llegaría a ser reina de España, a
la muerte del príncipe, como segunda esposa de
Felipe IV. Mide 120 por 90 cm y puede admirarse
en al Museo de Historia del Arte de Viena.
Abril - 2022 Armas y Cuerpos Nº 149 85