un modo u otro, bien sea por parte de unos artistas
o por parte de otros-, más que representarse,
se realizan y encarnan a través de la belleza modélica
de sus pinturas esos mismos valores a los
cuales nos referimos. Es de este modo que cabe
entender la refl exión que realiza Ramón Gaya
cuando escribe: «Ahora, al entrar nuevamente en
este edifi cio, todo se me aparece con una realidad
y una corporeidad extremadas. Hoy, todas
estas obras españolas nacidas un poco a regañadientes,
pero mantenidas después en pie con
una feroz altanería, se me presentan sin niebla ni
ensoñación alguna, o sea, en su total crudeza orgullosa.
Y veo con más claridad que el arte español,
lo español en suma, es como si tuviese, no
ya el atrevimiento y el deseo de existir ..., sino la
arrogancia de existir. ... Pero claro, aquello que
el español le opone a la realidad no es nunca la
fantasía, ni la imaginación, ni el sueño, sino que
le opone... más realidad, una mayor, más feroz,
más fanática, más encarnizada realidad» (Fuster
ed., 2020, pp. 44-45).
Por ello, nos resultará más fácil entender que
una vez expuesta la elección metodológica del
arte de la pintura y específi camente el de las
pinturas perteneciente a la colección del Museo
Nacional del Prado para ilustrar los valores
del Ejército de Tierra (procedentes estos a su vez
de las Reales Ordenanzas para las Fuerzas Armadas),
Amor a la Patria
bien podríamos comenzar -siguiendo un
orden alfabético- por comentar el primero de
esos valores. Un valor que ejemplifi caremos a la
luz de una obra de belleza magistral, capaz de
expresar tanto la generosidad en la entrega de
la persona a una causa social que le trasciende
-expresión por antonomasia de la suma bondad
humana-, como el verdadero acontecer histórico,
por cuanto que el hecho representado en la
obra efectivamente tuvo lugar. Nos estamos refi -
riendo a aquel valor del que además podríamos
decir que emanan todos los demás valores: el
Amor a la patria. Y a una pintura, obra de Joaquín
Sorolla, titulada Dos de mayo (1884; óleo sobre
lienzo, 400 x 580 cm.). Una obra en la que se
escenifi ca la defensa del Parque de Artillería de
Monteleón en Madrid al mando de Luís Daoiz y
Pedro Velarde el 2 de mayo de 1808 contra las
tropas napoleónicas en el inicio de la Guerra de
la Independencia. Se trata pues de una pintura
en la cual, la importancia del momento histórico
representado, se subraya además en esta escena
con un contenido extraordinariamente rico en
símbolos que expresan el valor del Amor a la patria
llevado hasta sus últimas consecuencias.
Abril - 2022 Armas y Cuerpos Nº 149 93