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de los sesenta, coincidiendo con la
ocupación de las islas de Midway y
Samoa, y posteriormente aprovechando
el levantamiento armado de
la insurgencia cubana en 1895, conocida
como La guerra necesaria, todas
ellas rechazadas.
Durante la primera mitad del siglo xix
se produjo la emancipación de la mayor
parte de las colonias españolas en
Iberoamérica. Tras su independencia,
tan solo Cuba, Puerto Rico y Filipinas
formaban parte de los territorios españoles
en ultramar, los cuales a partir
de la segunda mitad del siglo están
marcados por un claro sentimiento
por la independencia, asociados a la
corriente de la Ilustración, las nuevas
teorías económicas y de renovación
de los sectores agrícolas e industriales
y el anhelo de nuevas libertades
que dieron lugar a las revoluciones
liberales recurrentes durante todo el
siglo, especialmente el último cuarto
de siglo.
Las iniciativas
por buscar la
independencia
se vieron
asociadas a la
gravedad de la
situación interna
Española
Tales iniciativas por buscar la independencia
se vieron asociadas a
la gravedad de la situación interna
española. Tras el fin del reinado de
Carlos III España se vio sujeta a la
ocupación francesa, el retorno del
absolutismo con Fernando VII y el
estallido de la guerra carlista de los
Siete Años, situación que frustró los
anhelos de progreso político, social y
económico.
Filipinas, aunque de forma menos
intensa que Cuba, fue objeto durante
este siglo de numerosas revueltas
y levantamientos armados que cuajaron
en un movimiento separatista
cuya actividad alcanza un especial
auge en 1896.
El deterioro de las relaciones hispano
americanas, a pesar de los
mensajes oficiales de normalidad
del Gobierno de España, estaba en
claro contraste con la creciente impopularidad
de las campañas militares
en Cuba y Filipinas, las cuales no
alcanzaban la estabilidad y el control
del territorio esperados. Tal situación
permitió que el Senado norteamericano
reconociera el 28 de febrero
de 1896 el derecho de beligerancia
del pueblo cubano e instara al Gobierno
a estar dispuesto a proteger
los intereses de los ciudadanos
de los Estados Unidos mediante la
intervención si
fuera preciso.
La situación interna en España
Los tiempos de renovación en los territorios
de ultramar se recogen y reflejan
en las diferentes constituciones
promulgadas durante el siglo xix1 y
que permiten que a las provincias de
Cuba y Puerto Rico se les reconozca
la representación en el Parlamento,
no siendo el caso de Filipinas. Filipinas
se mantuvo bajo la jurisdicción
administrativa de Nueva España (actual
México) hasta su independencia,
el 27 de septiembre de 1821, momento
en que es la capital, Manila,
quien queda responsable. Su falta de
representación se entendió como un
serio revés a las necesarias reformas
vinculadas al progreso, los derechos
y las libertades anheladas, y como
Sesión del Senado norteamericano, 28 de febrero de 1896