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a Nápoles y desembarcaron en aquel
puerto, donde permanecieron hasta
el 24 de agosto que embarcaron para
España, donde llegaron el 18 de septiembre9;
los oficiales enfermos fueron
conducidos a Barcelona y el resto a
Mahón, donde arribaron el día 23 a bordo
del bergantín raguseo La Purísima
Concepción y regresaron a Cartagena
el 10 de agosto10. A su liberación los
prisioneros adquirieron el compromiso
de honor de no empuñar las armas
contra Inglaterra durante el presente
conflicto, lo que mantuvo a San Martín
alejado del servicio hasta el año 1801.
El tiempo que
vivió junto a
los marinos le
acercó a conocer
la especial
devoción que
sentían por
la Virgen del
Carmen
Sobre la suerte que correspondió en
este evento a San Martín, hasta hace
pocos años se creyó que fue transbordado
al La Purísima Concepción
que navegaba rumbo a Barcelona,
pero realmente lo que ocurrió es que
el capitán del bergantín consideró que
eran muchos los prisioneros que se le
entregaron y desembarcó gran parte
de ellos en Mahón, por lo que llevó tan
solo a algunos oficiales a Barcelona.
El comandante de la Santa Dorotea,
que encabezaba a los desembarcados
en Mahón, entre los que figuraba San
Martín, buscó transporte para regresar
a Cartagena y el 9 de agosto logró
fondear en ese puerto a bordo del bergantín
español Nuestra Señora de los
Dolores, y se aprobó su conducta y la
de la tripulación que se había batido
con el navío inglés por Real Orden de 5
de septiembre. Los rigores que San
Martín sufrió y el tiempo que vivió junto
a los marinos sin duda le acercaron
a conocer la especial devoción que
sentían por la Virgen del Carmen, que
quedó prendida en su corazón con tal
arraigo que años después la nombrará
generala y patrona del Ejército de los
Andes.
LA CAMPAÑA DE PORTUGAL
Por una escueta anotación en su hoja
de servicios sabemos que San Martín
estuvo «… en la campaña contra
Portugal desde el 29 de mayo de 1801
hasta la paz, y en el contagio que sufrió
la plaza de Cádiz en 1804». Su participación
en la conocida como guerra
de las Naranjas quedó limitada al asalto
de las fortalezas de Olivenza, paso
del río Guadiana por Jurumeña, los sitios
de Elvas y Campomayor y toma de
Alegrete; pero, firmada la paz en junio
de 1801, regresó con su regimiento
a la guarnición en San Roque, donde
entre los servicios desempeñados
se menciona el llevado a cabo en la
conducción de reclutas a la ciudad de
Salamanca, pues «tuvo la desgracia
de ser acometido por cuatro facinerosos
» que lo despojaron de cuanto
tenía y al tratar de defenderse recibió
«dos heridas, una en el pecho de bastante
gravedad y otra en una mano».
De resultas de este suceso cuando tenía
tan solo 23 años, a consecuencia
de las heridas, sufrirá durante toda su
vida molestias en el tórax, y será en la
batalla de Bailén cuando tenga su primer
vómito de sangre.
En marzo del año siguiente fue destinado
al batallón de infantería ligera,
Voluntarios de Campo Mayor, y regresa
a la guarnición de Cádiz a finales del
año 1803. En esta ciudad hace nuevas
amistades, entre ellas la del entonces
capitán general de Andalucía y
gobernador militar de Cádiz, teniente
general Francisco María Solano Ortiz
de Rozas, marqués del Socorro y de la
Solana, a quien, a pesar de la diferencia
jerárquica, le unía el haber nacido
los dos en América, y lo designa su
ayudante una vez ascendido a capitán
2.º desde el 2 de noviembre de 1804. Y
en esta situación vivió el contagio que
Hoja de servicios (parcial)