Peregrinación Arma Caballería Santiago 1982
decisivamente al quehacer de España y puede
tomarse como inspiradora de nuestro destino
futuro, integrados en una nación, y como
referente obligado de los pertenecientes al Arma
de Caballería, dispuestos a servir a España según
lo que indica nuestra Constitución.
Estudiar esta tradición y comprobar sus
bases históricas no es tarea fácil. Diversas
circunstancias contribuyen a ello. En primer lugar,
por la preponderancia alcanzada por el Camino
de Santiago en la mayoría de los estudios y
publicaciones sobre este tema; así me lo reconocía
el especialista en la tradición jacobea Millán Bravo
Lozano, catedrático de latín de la Universidad de
Valladolid. Después, la difusión frecuente de una
información mezclada con leyendas, a veces
confusa e incluso manipulada. También el interés
en su desacreditación de determinados medios
de comunicación. Finalmente, por lo que yo
llamaría cierto secuestro gallego del asunto.
Sobre Santiago se presentan importantes
cuestiones que aún no se han resuelto del
todo. ¿Dónde fue enterrado? ¿Su cadáver fue
trasladado a España? ¿Predicó en la Península?
Para aproximarnos a estas cuestiones, hay que
examinar detenidamente los hechos y las fuentes
para comprobar si las vicisitudes del apóstol
en la Península tienen base histórica y en qué
medida podemos determinar su posibilidad
y probabilidad, mediante criterios objetivos,
evaluando la antigüedad, continuidad, autoridad
y coherencia de las fuentes y los trabajos de
arqueología realizados.
Según afi rmaba el historiador Sánchez
Albornoz, las apariciones bélicas de Santiago se
inspiraron en el Apocalipsis, libro de contenido
profético, escrito para animar a los cristianos ante
las primeras persecuciones judías y las de Claudio,
Nerón y Domiciano (81/96). Este último libro de la
Biblia fue divulgado en España por los códices
ilustrados llamados “Beatos”, designación que
derivada de un monje del cenobio de San Martín
de Liébana. El religioso, de este nombre, editó dos
versiones del Apocalipsis, en los años 776 y 784,
con explicaciones que denominó “Comentarios
del Apocalipsis. Él fue quien dio la primera noticia
de la predicación de Santiago en España en las
dos ediciones citadas. Los manuscritos originales
no se conservan y el convento, a partir del siglo
XII, sería llamado San Toribio, su fundador.
El Apocalipsis es el evangelio de las esperanzas
cristianas, escrito en género apocalíptico,
deliberadamente oscuro, solo entendido por
ellos; las siguientes generaciones de cristianos
necesitarían ya la ayuda de los escritos de los
grandes padres y doctores de la Iglesia para
entenderlo. Es lo que hizo Beato en sus dos
“Comentarios al Apocalipsis”, dando nombre a
todas las ediciones posteriores.
El Apocalipsis es, además, un canto a la futura
victoria del pueblo creyente que pide el castigo
para aquellos que le están produciendo tantos
sufrimientos. En España, durante el siglo X, se
aplicaría a Almanzor que, con sus 56 expediciones,
hizo sufrir terriblemente a los reinos cristianos de la
península. No puede extrañar, por tanto, que se
leyera en los cenobios, conventos e iglesias con
profusión, aún más que los Evangelios.
Con el desarrollo de esta tradición jacobea,
los cristianos españoles ya tenían un santo a
quien recurrir, certifi cación del apoyo divino a
la restauración de la monarquía visigoda. Pero
necesitaban hacer objetiva y concreta la ayuda.
Por ello, se produjo la simbiosis entre el jefe de las
milicias celestiales del Apocalipsis (en realidad:
Cristo) y Santiago. En el citado libro podemos
leer: Vi el cielo abierto y allí un caballo blanco. Su
jinete se llama Fiel y Veraz, justo en el gobierno y
Noviembre - 2020 Armas y Cuerpos Nº extraordinario 2020 53