Giulio Quaglio el Joven Martirio de Santa Bárbara
Catedral de Ljubliana. 1722
Durante el reinado de Maximiano en la ciudad
de Nicomedia (actualmente Izmir, Turquía) cerca
del mar de Mármara, vivía un hombre muy rico
llamado Dióscoro, que era pagano. Tenía una hija
muy hermosa llamada Bárbara, a la cual celaba
sin motivo alguno. Para evitar que Bárbara tuviera
contacto con la gente, Dióscoro hizo construir
una torre muy alta y allí encerró a su hija hasta
que decidió entregarla en matrimonio a uno de
los príncipes que la pretendían.
Bárbara había tomado la decisión de no
casarse, y rogó a su padre que no la obligara a
hacerlo.
Esto decepcionó tanto a Dióscoro que se fue
a vivir a un país lejano por un tiempo. Bárbara,
ante la ausencia de su padre, aprovechó para
colocar una cruz en el baño y añadió una
ventana más a las dos que ya tenía la torre
para así simbolizar a la Santísima Trinidad.
Bárbara fue bautizada, y aprendió la
doctrina cristiana.
En el año 235 D.C. su padre regresó
de viaje y preguntó a su hija sobre la
reestructuración de la torre y ésta contestó:
“Esas tres ventanas representan claramente
al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, los cuales
son tres personas en un solo Dios, en el que
debemos creer y al único que debemos
adorar”.
Este comportamiento de su hija
enfureció a Dióscoro, que cogió a Bárbara
por los cabellos y decidió llevarla para ser
juzgada y limpiar su propio nombre ante la
gente de la ciudad. Bárbara fue apresada,
denunciada al pretor Martiniano, y
enjuiciada. En ese momento dándole una
nueva oportunidad de que recapacitara
ante su creencia de la existencia de un
solo Dios, el juez le dijo: “Así pues, elige
entre sacrifi car a los dioses y salvar tu vida,
o morir cruelmente torturada”, y Bárbara
respondió fi rme: “Me ofrezco en sacrifi cio a
mi Dios, Jesucristo, creador del cielo, de la
tierra y de todas las cosas”.
Esa fue su sentencia, y después de
ser apaleada y torturada durante días,
Bárbara tuvo la visión del señor Jesucristo en
la prisión. Pasaron los días y como Bárbara
mantenía su posición ante el castigo, el juez
decidió que fuese decapitada por la espada.
En ese momento Dióscoro arrebató a Bárbara
de las manos del juez y la llevó a la cumbre
de una montaña. En el camino, Bárbara se alegró
porque sentía que se aproximaba el premio a su
devoción por Dios.
Santa Bárbara fue decapitada por la mano de
Dióscoro, su propio padre, cuando ella tan solo
contaba con dieciocho años de edad. Después
de haber cometido tan horrendo crimen, Dióscoro
comenzó a bajar de la montaña, momento
en que se desató una fuerte tormenta, y en el
camino fue fulminado por un rayo que descendió
de los cielos, cual fuego celestial.
La segunda leyenda a la que me refería
al inicio del artículo, sitúa al padre de Santa
Bárbara, llamado Alipius, en Hippo (Argelia).
Noviembre - 2020 Armas y Cuerpos Nº extraordinario 2020 79