El mando orientado a la misión requiere que todos sean responsables de sus actos y deben aplicarlo los jefes de todos los niveles - El mando orientado a la misión requiere que todos sean responsables de sus actos y deben aplicarlo los jefes de todos los niveles - El mando orientado a la misión requiere que todos sean responsables de sus actos y deben aplicarlo los jefes de todos los niveles - EL RIESGO Y EL ERROR - EL RIESGO Y EL ERROR - La gestión del riesgo y del error está hermanada con la confianza. Nues­tra sociedad pretende alcanzar la si­tuación de «error cero» cuando apli­ca su mentalidad de conseguir una perfección aparente, la ausencia de defectos. Sin embargo, el error es ne­cesario porque no es lo contrario del acierto, sino que lleva a él siempre que se incorpore al proceso de aprendiza­je. El buen juicio es fruto de la expe­riencia y la experiencia lo es de nues­tros errores. - El mando orientado a la misión exige que el jefe asuma los errores cometi­dos en el ejercicio de una iniciativa dis­ciplinada cuando, de una manera ho­nesta, la acción se ha orientado hacia el propósito pero no ha conseguido - El mando orientado a la misión exige que el jefe asuma los errores cometi­dos en el ejercicio de una iniciativa dis­ciplinada cuando, de una manera ho­nesta, la acción se ha orientado hacia el propósito pero no ha conseguido - los resultados esperados. La unidad tenderá a la excelencia y el progreso culminará en la perfección cuando el proceso de lecciones aprendidas seaes asumido por todos sus com­ponentes. - Figure - El mando que respalda los fallos de sus subordinados les inspira con­fianza. Confortados por ella, estos últimos asumirán riesgos y repli­carán esa postura hacia su cadena subordinada. - LA NECESIDAD Y LA TECNOLOGÍA - LA NECESIDAD Y LA TECNOLOGÍA - LA NECESIDAD Y LA TECNOLOGÍA - Necesitamos implantar la filosofía del mando orientado a la misión porque el rostro de la guerra ha cambiado. La victoria en el siglo xix dependía fun­damentalmente de la habilidad del general. El 31 de agosto de 1813, el general Freire, al mando del ejército - Necesitamos implantar la filosofía del mando orientado a la misión porque el rostro de la guerra ha cambiado. La victoria en el siglo xix dependía fun­damentalmente de la habilidad del general. El 31 de agosto de 1813, el general Freire, al mando del ejército - de Galicia, infligió una severa derro­ta a las tropas del mariscal Soult en la batalla de San Marcial, en las proxi­midades de San Sebastián. Las cróni­cas detallan las heroicas actuaciones de los generales Díaz Porlier, Ezpeleta - o Mendizábal, o de algún jefe de re­gimiento. Pero en este relato bélico apenas aparecen los nombres de los capitanes o de los cabos. El protago­nista es el mando como líder aislado. - En el siglo xx el interés se centra en un capitán. El capitán de ingenieros Aramburu Topete, protagonista de la batalla de Krasny Bor, librada el 10 de febrero de 1943, era jefe de una posi­ción defensiva situada en la dirección principal de ataque enemigo. A pe­sar del furor con que fue acometido, su posición fue la última en caer con­quistada. Gracias a sus disposiciones y condiciones especiales de inteligen­cia y valor, desvió el avance enemigo y le causó enormes pérdidas. Tras 16 horas ininterrumpidas d - La victoria en la guerra contempo­ránea depende más del cabo que se encuentra en vanguardia alejado del - La victoria en la guerra contempo­ránea depende más del cabo que se encuentra en vanguardia alejado del - Figure

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El mando orientado a la misión requiere que todos sean responsables de sus actos y deben aplicarlo los jefes de todos los niveles EL RIESGO Y EL ERROR La gestión del riesgo y del error está hermanada con la confianza. Nuestra sociedad pretende alcanzar la situación de «error cero» cuando aplica su mentalidad de conseguir una perfección aparente, la ausencia de defectos. Sin embargo, el error es necesario porque no es lo contrario del acierto, sino que lleva a él siempre que se incorpore al proceso de aprendizaje. El buen juicio es fruto de la experiencia y la experiencia lo es de nuestros errores. El mando orientado a la misión exige que el jefe asuma los errores cometidos en el ejercicio de una iniciativa disciplinada cuando, de una manera honesta, la acción se ha orientado hacia el propósito pero no ha conseguido los resultados esperados. La unidad tenderá a la excelencia y el progreso culminará en la perfección cuando el proceso de lecciones aprendidas seaes asumido por todos sus componentes. El mando que respalda los fallos de sus subordinados les inspira confianza. Confortados por ella, estos últimos asumirán riesgos y replicarán esa postura hacia su cadena subordinada. LA NECESIDAD Y LA TECNOLOGÍA Necesitamos implantar la filosofía del mando orientado a la misión porque el rostro de la guerra ha cambiado. La victoria en el siglo xix dependía fundamentalmente de la habilidad del general. El 31 de agosto de 1813, el general Freire, al mando del ejército de Galicia, infligió una severa derrota a las tropas del mariscal Soult en la batalla de San Marcial, en las proximidades de San Sebastián. Las crónicas detallan las heroicas actuaciones de los generales Díaz Porlier, Ezpeleta o Mendizábal, o de algún jefe de regimiento. Pero en este relato bélico apenas aparecen los nombres de los capitanes o de los cabos. El protagonista es el mando como líder aislado. En el siglo xx el interés se centra en un capitán. El capitán de ingenieros Aramburu Topete, protagonista de la batalla de Krasny Bor, librada el 10 de febrero de 1943, era jefe de una posición defensiva situada en la dirección principal de ataque enemigo. A pesar del furor con que fue acometido, su posición fue la última en caer conquistada. Gracias a sus disposiciones y condiciones especiales de inteligencia y valor, desvió el avance enemigo y le causó enormes pérdidas. Tras 16 horas ininterrumpidas de combate,sin auxilio, sin enlace, sin noticias del exterior, decidió abandonar la posición y romper el cerco, en contra de la misión recibida pero consciente de que su resistencia ya no colaboraba con el propósito del mando. No todos recuerdan el nombre del general que mandaba en ese momento la división española en Rusia. No era Muñoz Grandes. La victoria en la guerra contemporánea depende más del cabo que se encuentra en vanguardia alejado del 7


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