Varios
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MISCELÁNEA
seres queridos para volver a vestir el uniforme. Era nuestro momento, tan fugaz y singular. Siempre
me decías lo mismo, disfruta. Y yo ahora, nuevamente, te doy las gracias por seguir guiándome.
Disfrutad, pues no se puede entender la milicia sin regocijo. Explotad la carrera de las Armas
y entregaos a ella desinteresadamente, pues la Patria os devolverá con creces todo aquello que le
entreguéis. No caigáis en el error de medir vuestra entrega, pues el día que prestasteis juramento
ante la Bandera decidisteis que esta no tendría límite.
Hace cinco años me comprometí con otra persona que marcó sobremanera una parte fundamental
de mi formación. Quizás sea osado, pero afirmo con orgullo que la CLXXVIII ha cumplido con
su compromiso, y ahora lo renovamos, creando de nuevo esa punta de lanza, blasón por antonomasia
de la Caballería, pues puedo proclamar que ese miedo concreto de hace cinco años ya no existe.
Ahora lo ha sustituido un ansia irrefrenable por asomarme a un nuevo abismo, enfrentarme a nuevos
retos y seguir disfrutando de todo lo que la milicia nos ofrece, aprender a cada instante y contribuir
de la mejor manera posible.
Ese nuevo abismo es el empleo de capitán, que rápido ha llegado. Atrás quedan cinco años de
los que no podemos ni debemos desprendernos, sino que debemos aplicar en el futuro. Un futuro
próximo que nos brindará la oportunidad de mandar un escuadrón de caballería. El simple pensamiento
Memorial de Caballería, n.º 89 - Junio 2020
del rugir de los motores hace que se
erice el pelo del cuerpo y la mente se traslade
a un terreno por el que avanza inexorablemente
el huracán de la Caballería, y allí es donde
vamos.
Mis queridos compañeros de promoción,
la CLXXVIII del Arma de Caballería, hemos
cabalgado juntos durante casi diez años ya,
ocho de ellos compartiendo Arma. Ante nosotros
se presenta un futuro más desafiante
si cabe que cuando salimos de la Academia.
No me cabe duda de que seguiremos estando
a la altura y que daremos lo mejor de nosotros
mismos en todo aquello que España demande.
Recordemos nuevamente al escritor Francisco
de Quevedo para ayudarnos en esta flamante
etapa: «Cuánto es más eficaz mandar con el
ejemplo que con mandato, más quiere llevar el
soldado los ojos en las espaldas de su capitán,
que tener los ojos del capitán a sus espaldas.
Lo que se manda se oye. Lo que se ve se imita».
Hermanos de Armas, cabalgad conmigo
una vez más, lanza en ristre, pecho henchido y
la cabeza bien alta, sabiendo que esta no será
Lema de la CLXXVIII promoción nuestra última carga.