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Nuestros Legionarios <<
CABO MAYOR JOSÉ RAMOS GÓMEZ
EL NIÑO QUE SOÑABA CON SER LEGIONARIO
Desde que era muy pequeño, con apenas cuatro años de edad, La
Legión empezó a llamar mi atención. Era la ilusión de un niño que
jugaba con sus amigos diciendo que iba a ser legionario mientras
algunos días, cuando el viento soplaba del norte, se oían retumbar
los tambores legionarios en el patio de su colegio.
Y así, pasaron los años. Conforme iba creciendo, la ilusión de ser
legionario era cada vez mayor y, el sueño de convertirme en sargento,
era la meta marcada en mi vida. La Nochevieja de 1991, justo
después de comer las uvas y antes de felicitar a mi familia, corrí a
mi cuarto a coger los papeles ya «rellenados» para poder alistarme
en La Legión. Me dirigí a mi padre y le dije: «¡Viejo, empezamos el
año bien!». Mi padre me miró de arriba abajo y me dijo: «¡Nunca me
vengas llorando!». Y me fi rmó el papel para poder alistarme como voluntario
especial modalidad A, ya que tenía diecisiete años y medio.
Al ser menor de edad, ingresé en el Campamento Benítez sito en
Málaga, más conocido por los legionarios como el MALEG (Mando
de La Legión). Tras una corta temporada de instrucción, pedí ser
destinado al Tercio Gran Capitán 1º de La Legión. Al llegar allí, nos
agregaron a la UIL (Unidad de Instrucción Legionaria) para instruirnos
y enseñarnos a ser auténticos legionarios. «¡¡Dios, que dureza!!
», aunque lo volvería a hacer una y mil veces. Y así, desde fi nales
de marzo del 92, año en el que pasé destinado a la 3ª Compañía de
la I Bandera y hasta la fecha de hoy, sigo encuadrado en sus fi las,
donde he conseguido llegar a lo más alto de la escala de la tropa.
Actualmente, me encuentro encuadrado como Jefe del Equipo de
Mando, lo que me permite todas las mañanas, después del izado de
la Bandera Nacional y a los acordes de la Canción del Legionario,
ver como el guión de los «jabalíes», el de las Armas de la Casa de
Borgoña, el que dio los primeros pasos en el caminar de La Legión,
el de la I Bandera Comandante Franco con sus dieciocho corbatas
y la que cumple cien años el 7 de octubre, viene desfi lando hacia su
puesto en formación, justo delante de mí.
Reconozco que hoy en día todo es un poco diferente a hace veintiocho
años, pero mientras me queden fuerzas y Dios y el mando me
lo permitan, seguiré encuadrado en las fi las legionarias, haciendo
todos los días lo que el comandante Juan Asensi Velasco me pidió el
día que pasó a la reserva: «¡Pepillo, tienes que mantener la estirpe!».
551 · II-2020 37 La Legión