![](./pubData/source/images/pages/page58.jpg)
>> Nuestros legionarios
ENTREVISTA AL SUBOFICIAL MAYOR CAMUÑAS
Redacción La Legión
Hoy en día, y más aún en este signifi cativo año, impone especial respeto y profunda
admiración, tener la responsabilidad de hacer una entrevista a un caballero
legionario tan distinguido en su trayectoria profesional como lo ha sido y sigue
siendo, el subofi cial mayor Eusebio Lorente Camuñas. No hace más de un año
que dejó su querida X Bandera y actualmente, ocupa el sillón que hasta hace
bien poco era utilizado por su compañero de empleo, Rosendo Castaño Mateo,
como subofi cial mayor del Cuartel General de la BRILEG.
Buenos días mi subofi cial mayor. No se me ocurre otra primera mejor pregunta,
¿cómo surgió la idea de ingresar en el Ejército y por qué precisamente en
La Legión?
Tendríamos que remontarnos al año 1980 donde en Villafranca de los Caballeros
(Toledo), un pequeño pueblo con apenas 5000 habitantes, un chaval de 17 años
sin tradición militar en la familia tomó tal decisión. El principal motivo fue acabar
cuanto antes con el servicio militar obligatorio para después, al fi nalizar este,
organizar mi vida personal de forma ininterrumpida. Dado que en aquella época
el servicio militar suponía precisamente eso, una interrupción en la vida personal
de cualquier civil además de un gasto extraordinario a veces considerable para la
familia del que iba a hacer «la mili». A raíz de esa decisión y junto con un amigo,
tomé la iniciativa de alistarme en una unidad como La Legión aun sin tener excesiva
vocación militar. No ya por el sueldo, si no que de hacer el servicio militar,
quería que fuese en una Unidad especial.
¿Podría describir su «aterrizaje» en La Legión?
Fuimos al Banderín de Engache ubicado en Leganés (Madrid), por aquel entonces,
estaba allí localizada la Subinspección de La Legión preparando precisamente
su traslado a Ronda. Cuando llegué a aquel acuartelamiento, había
un enorme trasiego de gente, aquello se asemejaba a un enjambre de abejas
dentro de una colmena, todo el mundo estaba haciendo paquetes y cosiéndolos
con arpilleras, preparándose para marchar. La impresión no fue ni buena ni mala
aunque sí que nos impresionaron a mi amigo y a mí, aquel par de gastadores que
estaban haciendo su servicio en la puerta del acuartelamiento, eran dos «armarios
empotraos», con barba, engalanados con sus galas y manoplas, desfi lando
desde una garita a otra. Detalles como aquellos nos ayudaron a sentirnos parte
de la Unidad que habíamos elegido. Conservo muy buenos recuerdos de nuestra
llegada. Estuvimos casi una semana haciendo tareas de todo tipo como pelar patatas,
trasladar paquetes y todo ello de paisano hasta que por tandas, nos hacían
los reconocimientos médicos y posteriormente nos daban la ropa. Allí concurríamos
gente de todo tipo y de casi todas las edades. Yo tenía 17 años pero es que
también veía a gente hasta casi con 50 años, claro que, la mayoría de personas
que ya rondaban tal edad eran antiguos militares que se reenganchaban. Algunos
de estos ya habían perdido sus antiguos derechos, (empleo, salarios, etc.),
pues desde que dejaron la vida militar por diferentes circunstancias hasta que
volvieron al reenganche, dejaron pasar más de 10 o 12 meses, que era antiguamente
el tiempo máximo durante el cual se conservaban dichos derechos hasta
que decidían volver a retomar la milicia. Una vez transcurrido dicho periodo, si
decidían volver a entrar comenzaban como reclutas.
¿Cuál fue su primera compañía donde comenzó su andadura como legionario
tras el periodo de adiestramiento?
En Ronda, el acuartelamiento Montejaque quedaba aún por construir y la subinspección,
tras su traslado, se instaló en dos acuartelamientos que por aquel
entonces se llamaban El Fuerte y La Concepción. Todas las mañanas, reclutas
y legionarios junto con el pelotón de castigo, íbamos a trabajar a Montejaque
con el propósito de habilitarlo como futuro hogar del Tercio 4º. Desde allí, se nos
organizaban en expediciones de entre 30 y 50 legionarios y se nos destinaba
a aquellos Tercios en los que más se nos necesitaba. A mi expedición le tocó ir
a Melilla. Mi primera unidad como tal, fue la 2ª Compañía de la I Bandera en el
Tercio Gran Capitán 1º de La Legión, donde estuve hasta el año 83, año en el
que, ostentando ya el empleo de cabo 1º, solicité vacante en el Tercio 3º ya por
aquel entonces sito en Fuerteventura. Cada Tercio tenía su idiosincrasia pero a
mí me llamaba la atención la del tercero dada la aguerrida fama que ostentaba.
56 551 · II-2020 La Legión