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(Unidad de Instrucción Legionaria), nos llevaron a vacunar y
me encontré al mismo cabo 1º junto con otros sanitarios en
el botiquín, estaban colocando «banderillas». Les dije a mis
compañeros: «¿A qué voy a tener tan mala suerte que me va
a tocar a mí la “banderilla” del cabo 1º?». Efectivamente, me
tocó y no me enteré cuando me vacunó y, desde ese día, y
cuando tocaba, le buscaba para «la inyección». A las tres semanas
de estar en la UIL, tuvimos una charla con un ofi cial y
un subofi cial que llevaban una prueba militar llamada Patrulla
de Tiro, buscaban nuevos cachorros que compitiesen con los
antiguos lobos muy experimentados. Al día siguiente, tuvimos
que correr 8 km y realizar unas pruebas de tiro en el Fuerte de
Rostrogordo (Melilla). Me seleccionaron y, después de jurar
Bandera, me destinaron a la Compañía de Defensa Contra
Carro, más conocida en aquella época como «la compañía
de deportes». Estuve trece años compitiendo en la Patrulla de
Tiro, participamos en trece campeonatos locales, doce regionales
y en once nacionales e interejércitos, consiguiendo un
subcampeonato tanto nacional e interejércitos como regional.
Batimos el récord de impactos varios años (seiscientos
nueve fue la mejor marca de mi equipo) y se pasó a la historia
de esta gloriosa Unidad con una nueva modalidad de composición
de la patrulla: un ofi cial, un subofi cial y diez de tropa.
Los patrulleros antiguos decían que la escuela estaba en el
Tercio 1º y que por eso teníamos ese palmarés. Con veintisiete
años de servicio, actualmente estoy encuadrado en la
PLMM. La Legión me ha enseñado disciplina, compañerismo,
trabajo duro y, a salir adelante sin importar las adversidades.
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551 · II-2020 55 La Legión