>> Reportaje Central
CONTANDO CON EL FUEGO ARTILLERO
Teniente coronel Raúl Sánchez Prendes
Jefe del Grupo de Artillería
En 1920, España creó La Legión como unidad de Infantería para
actuar en la extrema vanguardia, vio que era bueno, y descansó.
En 1958, España identifi có la necesidad de dotar de mayor potencia
de fuego a su Legión, y le proporcionó artillería. En 1995, y
como colofón a la experiencia adquirida, España pensó que sería
bueno que La Legión tuviera su propia artillería, y creó el Grupo de
Artillería de Campaña II de La Legión.
Y desde el primer momento, el legionario, ya sirviendo en las Banderas
o en el Grupo, supo que para llegar a la bayoneta, siempre
podría contar con los fuegos de su propia artillería, y se creó un
vínculo inseparable de amistad y de juramento entre cada dos hombres.
Y a la voz de «¡A mí La Legión!», marcharon siempre unidos y
jamás, abandonaron a un compañero en el campo de batalla.
El artillero, bebió del Espíritu de La Legión, el infante oyó del cañón
el estampido, y juntos, despreciando el cansancio, marcharon
sin quejarse de fatiga, ni de dolor, ni de hambre, ni de sed, ni de
sueño; y juntos, cavaron, juntos, arrastraron cañones y carros. Y
juntos, se envolvieron en la Bandera de La Legión, y tremolándola
cual estandarte, juntos juraron teñirla con su sangre. Y ahí, sin que
nadie supiera quienes eran, y sin importar su vida anterior, pidieron
siempre, combatir y acudir prestos al fuego, sin contar los días, ni
los meses ni los años; y cumplieron su deber, y obedecieron hasta
morir. El artillero, aprendió que morir en el combate es el mayor
honor, y el infante, que antes que rendido, muerto con honor.
Y cuanto más rudo era el fuego y la pelea más fi era, acudieron al
combate, de día, de noche, siempre, siempre, y sintieron en sus
carnes la fría zarpa de la muerte. Cuando al fi n los recogieron, cada
uno portaba cartas y retratos de sus divinas mujeres; y juntos encontraron
a su más leal compañera, demostrando qué pueblo es
el más valiente. Y juntos, se presentaron ante el Santísimo Cristo
de la Buena Muerte y Ánimas, y este, les sonrió porque habían demostrado
su amor a España y su bravura como legionarios; porque
habían entregado la mayor ofrenda que se puede realizar, y porque
siempre contaron con la protección de la Inmaculada Concepción,
y el amparo, consuelo y perdón de Nuestra Señora Santa Bárbara.
Y así, se cumple con lo manifestado por nuestro Rey Emérito Don
Juan Carlos I el 20 de septiembre de 1995 en el Libro de Honor del
Grupo de Artillería de Campaña II de La Legión: «Tengo la seguridad
de que sabréis fundir en vuestro esfuerzo diario, la tradición de
la Artillería Española con el espíritu legionario».
62 551 · II-2020 La Legión