La Primera Guerra Mundial, anteriormente llamada la Gran
Guerra, desangró Europa entre el 28 de julio de 1914 y el 11
de noviembre de 1918, cuando Alemania aceptó las condiciones
del armisticio. Finalizada la contienda, todos los ejércitos
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participantes se apresuraron a estudiar las operaciones realizadas
con objeto de obtener unas lecciones aprendidas que les
permitieran adaptar sus estructuras, tácticas y materiales a los
futuros conflictos que pudieran ocurrir. Echando una ojeada
al índice del Memorial de Artillería de diciembre de 1920 podemos
constatar que entre las 908 páginas de esta publicación
abundan los artículos dedicados a estos análisis de las acciones
realizadas en la Gran Guerra.
El primer cuarto del siglo xx fue de un extraordinario desarrollo
en los materiales de artillería: generalización de la retrocarga,
ánimas rayadas, órganos elásticos y mejora de las municiones;
lo que condujo a un aumento en los alcances y precisión del
tiro. Estas mejoras de los materiales repercutieron en la evolución
de los procedimientos del tiro y de las doctrinas de empleo.
Así, observamos con extraordinaria atención cómo algunos
planteamientos que hoy nadie cuestiona por considerarlos
obvios, se presentaron en diciembre de 1920 como necesarios y
novedosos para el eficaz empleo de la artillería.
A lo largo de este artículo se destacan aquellos temas sobre los
que más se escribió en diciembre de 1920, agrupando bajo un
mismo titulo varios artículos que sobre el mismo asunto publicaron
diferentes autores.
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