El general Navarro les envió varios
telegramas dándoles ánimos, los
calificó de «héroes que tan alto ponéis
Comandante don Julio Benítez Benítez
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el nombre de España» y les pidió
«resistir unas horas más, pues
lo exige el buen nombre de España
».
Por la noche un rifeño les solicita la
rendición y se le responde con una
descarga de fusilería y un «¡Viva España!
». Se transmite la noticia a Annual,
que responde: «resistid esta
noche y mañana os juramos que seréis
salvados o todos quedaremos
en el campo del honor».
El 21 se prepara una operación para
socorrer Igueriben. A las 12:30 horas
el general Silvestre se presentó
en Annual justo a tiempo de presenciar
el fracaso. Al darse cuenta de la
retirada de las tropas, Benítez envió
el siguiente telegrama: «Parece mentira
que dejéis morir a vuestros hermanos,
a un puñado de españoles
que han sabido sacrificarse delante
de vosotros».
Se autoriza a Benítez a parlamentar
y entregar la posición (entre
las 12:30 horas y las 14:00 horas).
Contesta: «Los de Igueriben mueren,
pero no se rinden».
A las 16:00 horas las avanzadillas comenzaron
a replegarse. Benítez reunió
a sus oficiales y les anunció su
decisión de abandonar la posición.
Dispone que empiece la retirada,
«cubriéndola y protegiéndola debidamente,
pues la oficialidad que integra
esta posición, conscientes de su
deber, sabremos morir como mueren
los oficiales españoles».
Pone su último despacho: «Solo quedan
12 cargas de cañón, empezaremos
a disparar para rechazar el asalto.
Contarlas y, al duodécimo disparo,
fuego sobre nosotros, pues moros y
españoles estaremos envueltos en la
posición».
La retirada se organiza y se hace de
forma ordenada, por grupos mandados
por oficiales. Benítez abandona
la posición y muere entre la alambrada
y el parapeto, al frente de sus
hombres. Recibió un disparo en la
cabeza que le hizo caer al suelo, pero
se rehízo inmediatamente y, conservando
su admirable serenidad, continuó
hasta que un nuevo disparo, que
hizo blanco en su corazón, le hizo
caer muerto.
Por estos hechos le fue concedida la
Cruz Laureada de San Fernando por
Real Orden de 3 de enero de 1925
(D.O. n.º 3).
CAPITÁN DON FEDERICO DE
LA PAZ ORDUÑA
Mantuvo con total eficacia el fuego
de su batería y causó numerosas
bajas al enemigo. Escaseando
la munición casi desde el principio
de la defensa y sin posibilidad de
romper el asedio, supo economizar
este recurso sin dejar por ello de
hacer fuego en los momentos necesarios,
rechazando los sucesivos
asaltos. Secundó con el mayor valor,
entusiasmo y eficacia las órdenes
del jefe de la posición, situándose
siempre en los sitios de mayor
peligro. Consiguió, con su ejemplo,
Subida a Igueriben 1921 Capitán Federico de la Paz Orduña