REVISTA EJÉRCITO
N.º 963 EXTRAORDINARIO JUNIO
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Fernández Silvestre, en esos momentos
ya desaparecido. Ante las
reticencias del alto comisario a facilitarla,
el general Picasso recibía aclaraciones
precisando el alcance de su
instrucción, que «no debe extenderse
a los acuerdos, planes o disposiciones
del Alto Mando, concretándose
a los hechos realizados por los
jefes, oficiales y tropa …»2.
Aunque el instructor mostró su desacuerdo
porque necesitaba investigar
todo lo sucedido para «…
esclarecer los antecedentes y circunstancias
que concurrieron …» -y
así lo dejó expresado varias veces a lo
largo de su informe- e incluso llegó a
solicitar el relevo de la investigación,
el ministro zanjó la cuestión con una
nueva real orden -la tercera en menos
de un mes- que vino a acotar definitivamente
el alcance de la actuación
instructora3.
Tras estas iniciales precisiones, tensiones
y, en gran medida, limitaciones
con las que tuvo que trabajar, la
tramitación judicial de lo ocurrido en
el territorio de la Comandancia General
de Melilla durante 1921 se sustanció,
en lo que al general Picasso
se refiere, de manera profesional y
rápida. Su trabajo fue admirable.
Ocho meses después de llegar a
Melilla, el 18 de abril de 1922, Picasso
entregaba su informe sobre
lo ocurrido en Marruecos a sus superiores.
Estaba compuesto por
2433 folios que incluían 77 declaraciones
y unas conclusiones o resumen
para el Ministerio de la Guerra.
Sobre este informe deberían pronunciarse,
finalmente, el Gobierno y
los tribunales.
Antes de darse a conocer su informe,
una parte de la opinión pública
y la oposición política consideraron
que solo buscaba dilatar la situación
con el objetivo de que lo ocurrido
en Melilla fuese olvidándose con
el transcurso del tiempo. Fue el caso
de Indalecio Prieto, diputado socialista:
«Quien quiera enterarse de lo
ocurrido en la zona de Melilla, por
esta información …, no se enterará
de nada …. Veinte generaciones de
Carátula de Expediente Picasso, 1921
ratones harán sus nidos en esta montaña
de papel. He aquí en qué parará
toda la depuración de responsabilidades
a través de las investigaciones
oficiales»4.
Sin embargo, desde una perspectiva
histórica, el general Picasso completó
una labor que solo puede calificarse
de excepcional; un intenso trabajo
reflejado en un detallado informe que
se fundamentaba en fuentes orales y
documentales concretas y una metodología
de trabajo que desprendía
rigor, profesionalidad y cumplimiento
estricto de la tarea que se le había
encomendado. Su informe revelaba
hechos dramáticos y acciones
-algunas heroicas, otras cobardes- y
subrayaba la desorganización, la incompetencia
y los errores estratégicos
del mando.
Tras recibir el informe del instructor,
el fiscal militar del Consejo Supremo
de Guerra y Marina, José García Moreno,
emitió el suyo, en el que subrayaba
«indicios de responsabilidades
penales …» «e instaba a la apertura
de expediente para detallar méritos
y recompensas …», lo que fue
ratificado por el fiscal togado Ángel
Romanos5. El trabajo de estos dos
fiscales fue clave para entender la
evolución procesal que tuvo la instrucción
de Picasso.