CRÓNICA DE UNA LUCHA. AVIADORES CONTRA EL COVID-19
TONELADAS DE RESPONSABILIDAD
revista de aeronáutica y astronáutica / abril-mayo 2020
344 el Ejército del Aire ante el COVID-19
El comandante del Ala 31 Manuel Navarro narra los
detalles más humanos del transcendental vuelo de
un A400M a tierras de China para recoger material
sanitario.
Una misión, pero no cualquiera. Solo cuando dio
por terminado su servicio después de 38 horas de
vuelo entre Zaragoza y Shanghái, el comandante
Manuel Navarro Mora fue consciente de la dimensión
de su trabajo y de la de sus hombres. Habían estado
desconectados de la actualidad y las noticias, centrados
en un vuelo que en España se había convertido en pura
épica.
La llegada a Zaragoza, el 31 de marzo, de un Airbus
A400M del Ala 31, cargado con 14 toneladas de
material sanitario de todo tipo, se convirtió en ejemplo
del esfuerzo titánico de la lucha que se mantiene contra
el COVID-19. Detrás del exitoso y trabajado vuelo y
de la capacidad incomparable de esta aeronave para
la carga ha estado el esfuerzo de muchas personas. El
comandante Manuel Navarro es solo la cara más visible
de este esfuerzo.
«Fue al volver cuando vimos la repercusión que había
tenido nuestro trabajo. Estábamos sin internet en los
móviles y ajenos a todo eso», comenta el comandante
Navarro. Se dice pronto, 38 horas de vuelo y 60 de
operaciones. Frente a ellas, cuatro pilotos y cuatro
tripulantes para turnarse en un ida y vuelta que era todo
una contrarreloj. Misión cumplida. «Al llegar a casa solo
pensaba en abrazar a mi familia, una buena ducha y
llamar a mis padres», apostilla el comandante.
Y es que esta lucha la están llevando a cabo hombres
de carne y hueso, con sentimientos y con historia. El
comandante Manuel Navarro Mora, de 38 años de edad,
es alicantino y lleva 16 años ya surcando los cielos con
más de 3000 horas de vuelo. Está casado y tiene una
niña de cuatro años, «la princesa de mi casa», no duda
en reconocerlo. Se hizo piloto «porque mirar al cielo
era lo que me emocionaba de niño». Y desde entonces
la adrenalina y el servicio han marcado su vida. «Estas
misiones son las que le dan sentido a nuestro trabajo.
Aunque suene a historia de abuelo cebolleta, entre las
misiones que más me han tocado el interior está la que
me llevó a Seychelles para repatriar a la tripulación del
barco Playa de Bakio en 2008. Traer esos marineros para
que se reencontrasen con sus familias fue realmente
emocionante».
En este vuelo todo ha sido un reto, pero el
comandante Navarro no duda en reconocer la
colaboración que encuentra en estas situaciones. «Fue
excelente. Desde que llegamos, un número importante
de personal chino estuvo apoyándonos para la
descarga de plataformas, confección de pallets y carga
de los mismos. Lo más divertido fue ver cómo nuestros
supervisores de carga se hacían entender con señas,
alguna no muy estándar, para que el personal de tierra
hiciese la carga con la máxima precaución posible».
La tensión de un vuelo como este es evidente y la
concentración es constante. «La pregunta siempre está
ahí: ¿y dentro de unos minutos qué tenemos que hacer?
Es la forma que tenemos los pilotos de adelantarnos
a lo que va a pasar. Nos pasamos prácticamente
todo el vuelo repasando documentación del avión,
procedimientos, sistemas, etc. El A400M es un avión
realmente exigente», nos cuenta el comandante
Navarro. Sin embargo, y en desplazamientos tan largos,
surgen también ratos más cordiales. «Eso sí, cuando
aparcamos los libros abrimos el confesionario y ahí cada
uno suelta lo que le apetece. En la práctica somos como
una familia. Nos contamos desde las últimas recetas de
Thermomix que hemos hecho, a cualquier problema
personal o inquietud profesional».
La realidad que vivimos está marcando la vida de
toda la sociedad y también de todo el personal de
vuelo. «Estábamos inmersos en misiones rutinarias
importantes y se han sumado todas las operaciones