revista de aeronáutica y astronáutica / junio 2020
nuestro museo 459
pesado y compacto bloque giraba
compartiendo sus revoluciones con
la hélice, alcanzando una potencia
de 80 CV (de ahí lo de rotativo).
Este avión fue cedido
temporalmente en 2017 a la
Fundación ENAIRE para la
exposición que con el nombre
«La conquista del aire, 1909-1911.
Los inicios de la aeronáutica en
España» inauguró el 13 diciembre
de ese año el rey Juan Carlos I en
las instalaciones del Centro Conde
Duque de Madrid.
Hagamos aquí un pequeño inciso
para comentar las circunstancias
que a partir de la finalización
en 1918 de la I Guerra Mundial
afectaron al discurrir de nuestro
conflicto en Marruecos. El material
del que disponía España allí poco
a poco terminó degradándose,
quedando anticuado o
perdiéndose en acciones de
guerra.
Para renovarlo, se anunció
en ese mismo año un concurso
para constructores españoles
con el objetivo de seleccionar
los modelos de avión de caza,
reconocimiento y bombardeo
que debían equipar al Servicio
de Aeronáutica Militar los
siguientes años. Pero el concurso
se declaró desierto. En cambio,
fueron llegando propuestas
de Gobiernos y constructores
extranjeros ofreciendo una variada
oferta de aviones de excelente
calidad, bajo precio y disposición
inmediata, optándose finalmente
por aceptarlas, lo que supuso un
duro golpe a la naciente industria
aeronáutica española; algunos de
los modelos adquiridos entonces
están representados en la sala y los
iremos conociendo a lo largo del
desarrollo de la visita.
Justo enfrente del Morane-
Saunier G, nada más abandonar
el «blocao», a la derecha, se
encuentra el primero de ellos, el
avión Fokker C.III. Este modelo es
básicamente un Fokker C.I, solo
que dotado de un motor Hispano
Suiza de 220 CV. Fue una evolución
derivada del Fokker D.VII y, casi
con seguridad, el mejor caza del
que dispusieron los alemanes
durante la Gran
Guerra y que,
aunque puesto
inmediatamente
en producción,
no pudo
participar en
el conflicto por
llegar antes
la firma del
armisticio.
En 1922
la aviación
española hace
un pedido a
Fokker por un corto número de
C.I para entrenamiento avanzado,
con el requisito de que sean
propulsados por motor Hispano
Suiza. Llamados C.III por la casa
holandesa, no difieren del anterior
salvo en el motor, la forma de la
cabina y la provisión de doble
mando, además de la carencia
de armamento, al menos móvil,
incorporándose al año siguiente,
en 1923.
En España fueron empleados en
la escuela de Los Alcázares, en la
que existían en 1924 al menos dos
ejemplares, participando también
en la campaña de Marruecos y
tomando parte en el desembarco
de Alhucemas. Permanecieron
en servicio probablemente hasta
1930. El ejemplar expuesto,
una excelente réplica, fue
construido en el año 1995 por la
asociación francesa L’Amicale J.B.
Salis y monta, como ya hemos
comentado, un motor Hispano
Suiza de 220 CV.
A continuación del Fokker C.III
se expone en la sala un ejemplar
de uno de los motores más fiables
y probablemente el de mayor
fabricación durante la I Guerra
Mundial, el Hispano Suiza Tipo
42 (8Fb), de 220 CV y que, como
hemos comentado anteriormente,
fue la característica diferencial
entre los modelos C.I y C.III de
Fokker. Para su presentación
Fokker C.III
«La conquista del aire, 1909-1911» de la Fundación ENAIRE