Portada de una edición de El hombre que pudo reinar por Fernando Vicente.
Nørdica Ediciones
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los nuevos Cortés o Pizarro del continente
asiático y sus aventuras cayeron
en nuestro olvido. Pero no ocurrió
así en las crónicas camboyanas,
donde se recogen las aventuras de
Ruiz y Veloso, a los que tratan como
«hijos adoptivos de Satha». Y no
solo eso, porque todavía en su memoria,
los habitantes de aquel país
levantaron en 1934, en la salida de
Neak Luong, ubicada en la carretera
que une Phnom Penh con la frontera
vietnamita, un sencillo monumento
en honor de nuestros esforzados
aventureros.
Según Fernández Duro, «Blas Ruiz de
Hernán González y Diego Belloso terminaron
juntos la serie de sobrehumanos
hechos de su carrera: sucumbieron
como habían vivido, haciendo
prodigios de valor y teniendo enfrente
miles de enemigos».
Y en palabras del politólogo Javier
Nart, «Hay una novela escrita por
Rudyard Kipling de la que se ha hecho
una notable película: El hombre
que pudo reinar. Esa hubiera podido
ser también la historia de Blas
de Ruiz y su amigo portugués», pero
también la de otros muchos valientes
anónimos a los que la historia no hizo
justicia solo porque cayeron aplastados
por la magnitud de su propia
grandeza.
NOTAS
1. Los «trece de la fama». Según el
historiador peruano José Antonio
del Busto, tras dos años y medio
de viajes sufriendo toda clase de
inclemencias y calamidades sin
conseguir ningún resultado, Pizarro
y sus hombres llegaron exhaustos
a la isla del Gallo, al sur
de Colombia. Al ver que estos
querían volver a sus hogares, el
trujillano desenvainó su espada
y trazó con el arma una raya sobre
la arena: «Por este lado se va
a Panamá, a ser pobres, por este
otro al Perú, a ser ricos —les espetó—;
escoja el que fuere buen
castellano lo que más bien le estuviere
». En número de 13 cruzaron
la raya y tras cinco meses más de
penalidades, y con la llegada de
refuerzos, iniciarían su increíble
hazaña y ganarían eterna fama, el
gobierno de un imperio y el título
de hidalgos concedido por la reina
Isabel de Portugal, esposa de
Carlos I.
2. Parao: embarcación de los mares
de la China y Asia Oriental bastante
parecida al junco en su aparejo,
que generalmente usa dos timones
laterales. Es de poco calado y
de forma muy fina.
3. De nuevo en este caso existe confusión
ya desde el documento original,
puesto que a Lacasamana
(Laksmana) se le llama en ocasiones
Ocuña, lo que hace que parezca
un personaje diferente al ignorar
que este no es un nombre propio,
sino un título de dignidad que fray
Gabriel asimila a marqués y más
bien equivale al de almirante.
4. Fernández Duro, C.: Españoles
en Cambodia y Siam. Biblioteca de
la Real Sociedad Geográfica, vol.
XXXV, pp. 201-212, Madrid; 1893
(reed. como Españoles en Camboya,
Siam, Birmania y Laos. Boletín
de la Sociedad Geográfica Española,
n. º 19, Madrid; noviembre
2004).
5. Se sabe que no solo se negó a volver
de Filipinas, a pesar de que