SECCIONES - OBSERVATORIO INTERNACIONAL
LIBIA TRAS LAS CONFERENCIAS DE MOSCÚ Y
BERLÍN
Alberto Pérez Moreno
Coronel de Infantería DEM retirado
Las conferencias de Moscú y Berlín
pusieron a Libia de nuevo en el centro
84 / Revista Ejército n.º 948 • abril 2020
del panorama mundial y la tregua
acordada hacía concebir un nuevo
proceso de solución al conflicto. Pero
solo una semana después de Berlín,
las fuerzas del Ejército Nacional Libio
(LNA) de Kalifa Haftar presionaban
para abrir un nuevo frente tras la captura
de Sirte, atacaban Abugrain al
este de Misrata, y se producía un
nuevo ataque en el aeropuerto Mitiga
Trípoli1. Una situación que unida a las
110 violaciones de la tregua desde el
12 de enero, y la llegada a Libia de numerosos
vuelos con armas, «planteaba
un conflicto a gran escala» según
Ghassan Salame, enviado de ONU
en Libia, y hacía pensar que pese a
los 55 puntos de la hoja de ruta acordados
en Berlín el problema de Libia
continuaba sin resolverse2.
Libia está en lucha desde la caída de
Mummarr el-Gadafi en 2011, pero el
conflicto cobró nueva intensidad en
abril de 2019 con la ofensiva de las
fuerzas del LNA sobre Trípoli, sede del
Gobierno del Acuerdo Nacional (GNA)
del primer ministro Fayed Serraj. Unos
combates que permitieron al LNA tomar
localidades próximas a Trípoli, se
cobraron más de 2000 vidas y alejaron
a 200 000 residentes creando una
confusión que se mantiene.
LA REALIDAD TRAS LAS
CONFERENCIAS DE MOSCÚ Y
BERLÍN
Ante esta situación fue una verdadera
sorpresa que Rusia y Turquía pidieran
un alto el fuego en Libia y convocaran
en Moscú a los dos rivales el
14 de enero. Aunque Ankara respalda
a Serraj y Moscú a Haftar y ambos
mostraron su apoyo, la reunión resultó
infructuosa: Serraj y el Jefe del Alto
Consejo de Estado en Trípoli firmaron
un acuerdo de alto el fuego de siete
puntos, pero Haftar y el jefe del Parlamento
con sede en Tobruk se negaron,
aunque ambas partes cesaron en
los ataques aéreos3.
En realidad, la decisión de Turquía
de intervenir en favor de Serraj estuvo
precedida por la firma, a finales
de noviembre, de un acuerdo entre
Erdogan y Serraj sobre «áreas de
jurisdicción marítima» que excluye a
Grecia, Egipto y Chipre de un área reclamada
por estos países, y permitiría
construir el gasoducto Gulfstream
que llevaría el gas ruso a Europa. Una
decisión que internacionalizo aún más
el conflicto libio y aumentó la competencia
geopolítica en la región4.
Un mes después de la reunión de
Moscú, Ángela Merkel convocaba
una nueva reunión en Berlín que contó
con la asistencia de los presidentes
de Rusia y Turquía, los primeros ministros
del Reino Unido, Francia e Italia, y
representantes de EE. UU., UE, UA, y
ONU, además de Serraj y Haftar, aunque
estos no participaron en las reuniones.
Para Borrell, Alto Representante
de la UE, Berlín solo significó el
inicio de un proceso, pero la conferencia
fue un intento serio de afrontar los
problemas de Libia al acordar un alto
el fuego y pedir que se acate el embargo
de armas. En definitiva, Berlín ha
sido un paso adelante para poner fin a
la guerra, aunque no se hayan producido
cambios en el statu quo y perdure
la sensación que Libia puede convertirse
en una nueva Siria5.
APOYOS EN LA LUCHA POR
LOS RECURSOS Y EL PODER
EN LIBIA
Además, en Berlín, como antes en
Moscú, se pusieron de manifiesto
los distintos apoyos que tienen los