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MANUAL DE SOPORTE VITAL AVANZADO EN COMBATE

•  Infravalorar la necesidad de intubación en un paciente con signos de lesión in-halatoria. Si esperamos a la aparición de síntomas puede que sea demasiado tarde para poder permeabilizar la vía aérea. Por lo que ante la sospecha se procederá a la intubación precoz del paciente. •  No tratar la hipotermia durante la atención in situ o el traslado del paciente quemado, pudiendo desencadenar una serie de arritmias que junto a la situa-ción 603 de hipovolemia pongan en peligro la vida del paciente. •  Dar demasiada importancia al tratamiento tópico de la quemadura perdiendo tiempo en el inicio del traslado y en la identificación de lesiones asociadas que pueden comprometer la vida de la baja. La monitorización del paciente es otro de los problemas que va a presentar este tipo de pacientes. Es obligatoria la monitorización mediante: •  Pulsioximetría: en caso de intoxicación por CO una SatO2 adecuada no in-dica necesariamente un contenido arterial de oxígeno adecuado. Durante el traslado se mantendrá la administración de O2 a alto flujo (FiO2 100% con un flujo de 10-12 l/m). Se recomienda el empleo de cooxímetros en este tipo de pacientes. •  Monitorización electrocardiográfica: no es necesario la monitorización con 12 derivaciones, siendo suficiente el control periódico con DI, DII y DIII que aporta cualquier monitor desfibrilador de transporte, sobre todo en pa-cientes que han sufrido electrocución o electrofulguración por el riesgo aña-dido de aparición de arritmias. Esto supone un problema añadido, debido a que generalmente, bien porque la zona de posicionamiento de los electrodos o sensores se encuentre quemada o bien porque los sensores de que dispo-nemos no sean los más adecuados para este tipo de pacientes (en el caso de disponer sensor de pinza en pulsioximetría en vez de sensor adhesivo). •  Tensión arterial (TA) y frecuencia cardiaca (FC): son dos de los parámetros que más se modifican en el paciente quemado crítico debido a los cambios que se producen a nivel intravascular y extravascular. La monitorización de la TA es fundamental en pacientes con quemaduras extensas (>40% SCQ) y que reciben grandes aportes de sueroterapia (6ml/kg/%SCQ). Lo ideal es mantener una TA sistólica de 90 mmHg y una FC de 110 latidos por minuto. •  Monitorización de la función renal: es de vital importancia el control de la diuresis, debido a que es el mejor indicador de la resucitación en pacientes quemados sin otras complicaciones. Todo paciente quemado requiere de un sondaje vesical pero no se demorará su traslado por esta causa. El manejo de los fluidos durante las primeras 24 horas es fundamental. Se aumentará o disminuirá un 20-25% el ritmo de perfusión de líquidos para mantener una diuresis horaria entre 25-50 ml/h. •  Tubuladuras y sistemas: el gran número de dispositivos que precisa este tipo de pacientes y la gran cantidad de equipo que portamos en operaciones militares que conjuntamente con el espacio reducido de los vehículos tác-


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