ANÁLISIS
Cumbre de la OTAN en Madrid
Hacia un Concepto
Estratégico más pragmático
y resolutivo
Dra. María Angustias Caracuel Raya
Gabinete Técnico de SEGENPOL
LA adaptación al devenir del futuro es un desafío continuo
que requiere amplitud de miras y una visión sobre
las tendencias que inspiran las decisiones y acciones de
cualquier estructura. Y la OTAN, como organización internacional
de Estados democráticos soberanos, no está al
margen de esta dinámica. A sus 73 años de historia, con 30 países
miembros y 40 socios, se encuentra en un proceso de reflexión que
debe conducir a la adopción de un nuevo Concepto Estratégico en
Madrid el próximo mes de junio, encauzando así el camino de sus
actuaciones en sus dos dimensiones: la política y la militar. Será un
hito histórico que coincide con la elaboración de la Brújula Estratégica
de la UE y, en el caso de España, con la celebración del 40º
aniversario de nuestra adhesión a la OTAN y el 25º aniversario de la
Cumbre de Madrid de 1997.
El escenario geoestratégico ha cambiado mucho desde entonces.
Decía el filósofo Isaiah Berlin que «entender es percibir patrones»
(to understand is to perceive patterns) y toda estructura tiene unas
pautas, que nos permiten analizar experiencias y combinarlas con las
habilidades desarrolladas desde su origen a fin de plantear nuevos
objetivos. En efecto, la flexibilidad demostrada por la Alianza Atlántica
desde la firma del Tratado de Washington el 4 de abril de 1949 le ha
permitido sortear las demandas de un entorno estratégico en continua
mutación sobre la base de unos valores comunes, como son
la democracia, las libertades individuales y el imperio de la ley, que
continúan siendo fuente de su fortaleza.
Así se ha manifestado en las distintas Cumbres de Jefes de
Estado y de Gobierno de la OTAN y en sus sucesivos Conceptos Estratégicos,
desde los documentos clasificados durante la Guerra Fría
a los publicados tras su fin, acordados en Roma (1991), Washington
(1999) y el actualmente vigente de Lisboa (2010). Todos y cada
uno de ellos han reflejado los parámetros de la estrategia aliada y su
adaptación a los diferentes retos estratégicos, permitiendo superar
incluso importantes divisiones internas entre aliados gracias al mecanismo
único de consultas que la OTAN representa.
Varias claves explican la importancia del momento de reflexión
actual de cara a la adopción de un nuevo Concepto Estratégico en
Madrid. El carácter volátil, incierto, complejo, ambiguo e impredecible
del entorno estratégico actual requiere, cada vez más, la concertación
de voluntades y esfuerzos para superar toda una panoplia de
desafíos, riesgos y amenazas a la seguridad —no necesariamente
militares— con capacidades y recursos humanos y materiales cada
vez más demandantes. La pandemia del COVID-19 y otros desafíos
tradicionales y nuevos, desencadenados primordialmente por
la competición estratégica entre grandes potencias, especialmente
en áreas donde confluyen sus intereses estratégicos, así lo reflejan;
máxime cuando el principal aliado, EEUU, ha presentado su Revisión
de la Postura Global que sitúa la región Indo-Pacífico como principal
foco de atención. Ello afecta no solo a la seguridad internacional sino
también a la Alianza Atlántica en su conjunto, por lo que fortalecer su
unidad y cohesión con una visión más global es crucial para anclar su
posición política y militar en el sistema internacional presente y futuro.
DE LISBOA A MADRID
La principal virtud de los Conceptos Estratégicos de la OTAN es
la definición clara y rigurosa de las aspiraciones comunes de los
aliados para satisfacerlas de forma conjunta, considerando sus
intereses comunes, los riesgos y amenazas a su seguridad, los
escenarios de actuación y sus misiones o tareas fundamentales
La OTAN debe reforzar su
dimensión política fomentando
la cohesión y solidaridad
52 Revista Española de Defensa Febrero 2022