El respeto a las tradiciones honra a quienes nos precedieron
que no querían irse de permiso pues en el cuartel
comían todos los días y en su casa eso constituía
un lujo habiendo de repartir lo disponible con el
resto de miembros de la familia; o aquellos otros
que con lágrimas en los ojos te contaban que en
la “escuela”, que era como llamaban a la extensión
cultural, ya habían aprendido a escribir lo sufi
ciente como para enviar una carta a su madre.
Es indudable que con estos soldados, que en
los últimos años sólo permanecían en fi las nueve
meses, nuestras Fuerzas Armadas no podrían asumir
los compromisos que hoy en día se le asignan,
pero también lo es que conservo un extraordinario
recuerdo de aquella época, y ahora que ya
peinamos canas es un placer que alguien por la
calle, y sin saber exactamente de qué lo conoces,
te diga: “buenos días Mi Teniente, cuánto
tiempo…”
Como decía, tuve que orientar mi vida por
caminos distintos a la montaña y así mi vida ha
transcurrido por el camino de las obras, puestos
de PLMM en mi querido Regimiento de Pontoneros,
por la enseñanza en esta Academia y, en los
últimos años, por puestos que nunca hubiese imaginado
como la Subdelegación de Defensa en
Teruel o la Cátedra Miguel de Cervantes. Debo
decir que en este momento miro atrás con alegría,
y me considero un privilegiado, pues de todas
estas unidades no guardo más que buenos
recuerdos, en todas ellas he disfrutado enormemente,
y lo que es más importante, en todas he
conocido magnífi cas personas.
Cuando con escasos 22 años tanto mis compañeros
de promoción como yo nos vimos al
frente de treinta soldados poco más jóvenes que
nosotros, éramos un referente para ellos. El teniente
se encontraba a menudo entre los mejores,
tanto en nivel de estudios como físicamente,
pero vuestro futuro se me antoja mucho más difícil,
pues cuando lleguéis a una unidad casi todos
vuestros subordinados serán mayores que vosotros,
tendrán más experiencia, no seréis los más
fuertes físicamente… No os pronostico un camino
fácil, pero si veo claro lo que debéis hacer para
liderar a vuestros soldados: debéis participar en
todas las actividades, debéis sufrir y disfrutar con
ellos, debéis informaros e interesaros por sus circunstancias
profesionales y personales; en defi nitiva,
debéis ganaros su confi anza y ocupar con
propiedad el puesto que, al frente de ellos, os
corresponde. Cuando logréis esto os daréis cuenta
de que no existe problema insalvable, que al
afrontar cualquier difi cultad no estáis solos y que
todos los retos se van resolviendo, a veces sin saber
muy bien cómo.
A lo largo de vuestra trayectoria profesional
en más de una ocasión escuchareis la frase: “los
militares valéis para todo”. En mi opinión esto
no es cierto. A lo largo de vuestra vida deberéis
ocupar puestos para los que la cualifi cación necesaria
sea diferente a la de vuestro perfi l, vuestro
puesto anterior o al que vuestra experiencia
y preparación aconsejaría. Soy un convencido
de que todos no valemos para todo, que cada
uno tenemos nuestras aptitudes, que nos caracterizan
y que nos permiten complementar a las
del resto de compañeros, pero también de que
existen una serie de factores que os ayudarán,
no sólo a salir airosos de la situación, sino a realizar
un buen trabajo y a disfrutar del mismo. En lo
que hagáis poned siempre todo vuestro empeño,
vuestras ganas e ilusión, cread un buen ambiente
de trabajo y veréis que poco a poco el tiempo
os aportará conocimiento, satisfacción, e incluso,
disfrutaréis de ese trabajo que poco tiempo antes
os resultaba desconocido.
En relación a las personas, permitidme que os
diga que cuando debáis de formar un equipo
Diciembre - 2020 Armas y Cuerpos Nº 145 41