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JULIO 2022
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1. LÍNEAS DE ACCIÓN ESTRATÉGICAS DE LA “MANIOBRA DEL EBRO”
En julio de 1938, los frentes dividían el mapa español en tres grandes territorios
(ver imagen n.º 1). Uno, más amplio, estaba controlado por las fuerzas sublevadas,
mientras que los otros dos eran de dominio republicano. La zona gubernamental
se encontraba dividida desde que los franquistas llegaran a la costa mediterránea,
explotado el éxito de la batalla de Teruel3. La guerra se encontraba en la última de
sus fases, según algunos autores, o en la penúltima de ellas, según otros4, con un
bando sublevado envalentonado y una República en disgregación. Cuatro meses
antes, la imagen de los soldados de Franco, bañándose divertidos en las costas castellonenses,
había minado la moral del bando gubernamental. Incluso el presidente
había comenzado a dar la guerra por perdida5. Pero ese no era el único síntoma de
decadencia. Las divisiones partidarias, la falta de confianza en los militares para dirigir
la contienda —no se había declarado aún el estado de guerra— y la ausencia de
liderazgo político hacían temer lo peor a actores republicanos de primera fila como
el general Rojo6.
Militarmente, el Ejército Popular se había desgastado mucho en la batalla de Teruel
y los medios escaseaban, aunque la apertura de la frontera con Francia, en el mes
de marzo, hacía albergar algunas esperanzas de conseguir suministros suficientes7.
No obstante, la moral de los combatientes se mantenía razonablemente alta8. No
se podía decir lo mismo de la retaguardia, donde ni siquiera las autoridades locales
cooperaban ya para ganar la guerra. Por lo tanto, la República necesitaba una victoria
para recuperar la confianza perdida, desde su presidente hasta el último de los
ciudadanos9.
En el otro bando, Franco tenía un gran interés en la conquista de Cataluña. Era donde
se encontraban, en ese momento, las sedes de los gobiernos nacional, vasco y catalán
y donde estaba el tejido industrial de la República. Le convenía cerrar la frontera con
Francia y conseguir el tremendo golpe propagandístico de ganar la segunda ciudad
del país. Por eso sorprendió tanto que, llegado a Vinaroz, no dirigiera sus operaciones
hacia el norte y que, en su lugar, desplegara sus tropas en el Maestrazgo con el fin
evidente de llegar a Valencia10. Puede ser que, de haber llegado a los Pirineos, tuviera
miedo a una intervención del recién nombrado gobierno frentepopulista francés o que
temiera una dura resistencia en suelo catalán, como ya había experimentado en Madrid.
El general Alonso Baquer prefiere asociar este comportamiento a la estrategia de
3 Fue, en esta maniobra de conquista del terreno que mediaba hasta Vinaroz, cuando se vio una de las escasas
muestras de empleo efectivo del arma acorazada durante la guerra, según la doctrina ya enunciada por el general
Guderian. Puell, 2020: 38.
4 Para el general Alonso Baquer, la campaña de Aragón era la tercera de ellas —Madrid, Norte, Aragón y Cataluña—,
abarcando desde la ruptura republicana del frente en Teruel hasta la finalización de la batalla del Ebro. En cambio,
el coronel Puell de la Villa considera que las operaciones que tuvieron lugar desde diciembre de 1937 hasta febrero
de 1939 pertenecieron a la misma fase. Alonso, 2003: 63 y ss. Puell, 2020: 37.
5 Henry, 1999: 11.
6 Rojo, 1939: 16, 17 y 23.
7 Henry, 1999: 12. A modo de anécdota, con el fin de mostrar la falta de material básico, las baterías republicanas
de calibre 105 que participaron en la batalla del Ebro debían esperar a que llegara el camión con la munición antes
de comenzar la preparación artillera. Cada jornada, dicho camión aguardaba a la puerta de la fábrica a que fueran
terminadas las ojivas que habrían de dispararse ese mismo día. Rojo, 1939: 50.
8 Henry, 1999: 24.
9 Rojo, 1939: 39 y 50.
10 Rojo, 1939: 58.