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MANUAL DE SOPORTE VITAL AVANZADO EN COMBATE

Previamente a la evacuación sobre todo de las aéreas, deberían guardarse las siguientes precauciones: •  Evitar sistemas cerrados de drenaje, no presentando inconveniente los sistemas conectados al aire; drenar los neumotórax y sustituir el sistema normal de drenaje torácico por válvulas de un solo sentido. •  Los fluidos a infundir; sangre y sueros deberán ir contenidos en envases de plástico. •  Deberían evitarse las férulas neumáticas, ya que aumentan su presión con la altura. •  Estabilizar la vía aérea. En pacientes intubados debe hincharse el balón neumático mediante control manométrico entre 17 y 25 cm. H2O (12,5 - 18,38 mmHg), y mantener estas cifras durante el vuelo, o en su defecto inflar el neumotaponamiento con suero fisiológico en vez de aire, ya que al aumentar su volumen con la altura podrían comprimir la tráquea. •  Los colchones de vacío, sin embargo, disminuyen su consistencia, por lo que se hace necesario extremar su vigilancia para procurar en todo momento una adecuada inmovilización. Por ello, el control de la vía aérea, drenaje de neumotórax, la canalización de vías venosas, la colocación indicada de sonda nasogástrica y/o vesical y la inmo-vilización 912 de fracturas, tienen que realizarse como paso previo al embarque del paciente. Todos los elementos que configuran el soporte asistencial (tubos, sondas, ca-téteres, etc.) deben ser asegurados y fijados antes del despegue. El colchón de vacío es un elemento fundamental para la adecuada inmovilización del paciente durante el vuelo, si bien, es necesario vigilar su consistencia ya que disminuye con la altura. Muchos de los efectos fisiopatológicos descritos pueden paliarse con el transporte del paciente en contra del sentido de la marcha, en los helicópteros se suele elegir la posición atendiendo más a criterios de operatividad pues las aceleraciones suelen ser de baja intensidad. En determinados aviones y en pistas cortas, se pueden producir importantes aceleraciones durante el despegue por lo que los enfermos en shock deben situarse en la cola y con la cabeza hacia la parte posterior y en pacientes con aumento de la PIC la situación será a la inversa, sien-do raros los efectos derivados de la altura, ya que el helicóptero suele mantener una altura de vuelo no superior a los 500 metros. Debemos tener presente los cambios de temperatura que pueden producirse durante el vuelo, especialmente en neonatos, aunque también en pacientes car-diacos y de otras patologías. Evidentemente, como en los vehículos terrestres, la aeronave ha de contar con la preinstalación necesaria que permita el uso de incu-badora. La angustia y la ansiedad, a veces de gran intensidad, pueden aparecer debido a las propias características del medio aéreo, influyendo perniciosamente en el paciente.


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