Soldados georgianos
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una guerra sin fin, en definitiva, una
guerra que no busca la victoria y cuyo
principal objetivo es ser sostenida y
perpetuada con la única intención
de mantener el poder y una situación
de crisis (política, económica, social,
etc.) permanente en la organización o
Estado atacado.
En el imperceptible campo de batalla
que conforma el ciberespacio no
hay victoria porque se desconoce al
enemigo y su localización. No hay
casus belli. Nada se invade, tampoco
se produce el derrocamiento de
gobiernos. Nada se construye, solo
se explota. Una guerra no definida y
sin solución. Una guerra concebida
para ser continua en el tiempo, pero
que puede desestabilizar a un país
y sumirlo en un profundo caos. Una
ofensiva que aspira a transmutar el
equilibrio geopolítico mundial surgido
tras la desaparición de la Guerra
Fría. Un conflicto en el que los
vencedores no se atienen a ningún
código ético de conducta y del que
saldrá derrotado quien menosprecie
a su oponente y minusvalore la
amenaza.
La dependencia tecnológica de las
sociedades avanzadas las hace más
vulnerables a los ataques que se producen
en el ciberespacio. Sus efectos
son bien visibles: sistemas informáticos
de gobiernos y Administraciones
públicas bloqueados, organizaciones
e instituciones privadas inoperativas,
manipulación de la opinión
pública a través de las redes sociales
con el objeto de influir en procesos
electorales, la propagación de noticias
falsas que socaban la confianza
en los sistemas políticos democráticos
y lograr que aceptemos la posverdad
como la auténtica realidad en
la que vivimos.
Las experiencias de los dos últimos
conflictos bélicos en las que se ha visto
envuelto el Ejército ruso (Georgia y
Ucrania) han puesto de manifiesto la
importancia de la guerra electrónica
y los ciberataques. Con la primera se
inmovilizan las unidades de maniobra
y apoyos de fuego enemigos, y con los
segundos se paralizan o se destruyen
sus infraestructuras e instituciones.
Una vez conseguido lo anterior, el resto
será un paseo militar.
El caso georgiano, en 2008, constituye
un arquetipo de guerra a la antigua
usanza precedida de ciberataques.
En los primeros días del conflicto, las
webs del Gobierno de Georgia colapsaron
debido a ataques DoS (Denegación
de Servicio) y el servidor que
alojaba la web presidencial fue pirateado
para sustituir la fotografía del
líder georgiano Mikheil Saakasshvili
por una imagen de Adolf Hitler. Al
principio, las acometidas virtuales
parecían tan baladíes que las autoridades
de Georgia no las consideraron
peligrosas. Pero cuando comenzó la
ofensiva terrestre, los ataques cibernéticos
aumentaron en intensidad y
sofisticación sumiendo en el caos a
la Administración, la cadena de mando
y las fuerzas policiales y militares
georgianas.
Georgia se conecta a internet a través
de Rusia y Turquía. La mayoría de
los routers rusos y turcos por los que
pasa el tráfico hacia Georgia se vieron
tan abrumados por los ataques que el
tráfico con destino al exterior no podía
salir. Los hackers se hicieron con
el control del resto de los routers que