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Alberto Gil Ibáñez, es escritor,
ensayista, historiador
y es Doctor en Derecho
por el Instituto Universitario
de Florencia y también en
Ciencias de las Religiones por el
Instituto Universitario del mismo
nombre de la Universidad Complutense
de Madrid. Es Diplomado en
Altos Estudios de la Defensa por el
Centro Superior de Estudios de la
Defensa Nacional. Es autor de más
de diez libros, dos novelas y numerosos
artículos, principalmente sobre
aspectos relacionados con la
Política, la Historia, el Derecho o la
Reforma Institucional. Es miembro
del Grupo de Reflexión del Instituto
Universitario de Estudios Europeos
y colabora en los periódicos ABC, El
Español y Vozpópuli.
La sociedad liquida que previene
el sociólogo Bauman, con cambios
permanentes, sin rumbo, cortoplacista,
con un dominio del pensamiento
superficial y llena de improvisaciones,
requiere de un manual
de salvación para navegar en las
aguas turbulentas que la rodean.
De esto va el libro, y parafraseando
a Albert Camus, como hace el autor
al inicio de su reflexión, «la tarea
de nuestra generación es impedir
que el mundo se deshaga». Evitar
que nuestro mundo se descomponga,
menuda tarea nos ha tocado en
suerte lidiar, pero se lo debemos a
nuestros hijos, a nuestros nietos.
Nulla ethica sine finibus, nos recuerda
el autor, no hay ética sin límites,
es preciso por ello, concretar
los límites que pongan coto a los diferentes
excesos en los que hemos
caído tanto a nivel individual como
colectivo en España y en Europa.
Esos excesos son parte del problema.
Una de las frases más brillantes
que nos ofrece el texto es la definición
de Occidente que para el autor
«surge con la filosofía grecolatina
y el derecho romano, se consolida
con el cristianismo, se expande a
América y Asia en el siglo xvi gracias
a España, se sostiene con el
humanismo a través de la Escuela
de Salamanca, se seculariza con
la ilustración francesa y la filosofía
alemana y se establece firmemente
con el liberalismo económico»,
es decir con la economía libre de
mercado, y a través de las democracias
liberales. Desmontar estas
democracias es el fin último para
algunos.
Según nos dice Gil Ibáñez, la cultura,
lo que somos, es hija del relato
histórico, de la Historia y ahí
tenemos un problema de candente
actualidad y que la única forma
de enfrentarse a él es a través de
libros como éste y otros de similares
características que nos ayuden
a defendernos ante un relato histórico
interesado con unos fines que
al parecer justifican cualquier medio.
En cuanto al relato histórico hay
tres tipos de países, según se describe
en el libro: los que escriben
su propia historia, los que escriben
la propia y aspiran a escribir la de
otros y los que dejan que la historia
la escriban otros. Entre los últimos
está España, y entre los segundos
los que dominan el mundo, de ahí
la importancia para éstos de imponer
un relato histórico, aunque no
se ajuste a la realidad.
El autor nos introduce en el concepto
de la Guerra Cultural como
guerra en el ámbito cognitivo, en el
del conocimiento, en lo que piensa,
cree o deja de pensar o creer la población.
En ese sentido la lucha cultural
entra en el «ámbito cognitivo»,
al igual que lo hace en el del ciberespacio,
y la influencia en los dos
ámbitos hace unir la guerra cultural
a la Geoestratégia en el ámbito
exterior y a la Política en el interno.
La «dimensión interna de la guerra
cultural» es la determinante para
Alberto Gil Ibáñez y es el «tema de
fondo» del libro y de ahí su importancia.
El autor nos propone como
alternativa, el «renacimiento cultural
español». Durante los siglos
xvi y xvii, fuimos mucho mejores
de lo que pensamos o nos han hecho
creer. Aquellos que nos llevan
atacando durante siglos, se frotan
las manos. En efecto, son nuestros
actuales competidores culturales,
políticos y económicos, y ven como
«las divisiones internas y la ingenuidad
española», que acepta todo lo
que viene de fuera y nos dice qué somos
y cómo somos, coloca a España
en una situación de extrema fragilidad
ante la Guerra Cultural a la que
nos enfrentamos.
Casi al final del libro el autor se refiere
a la necesidad de recuperar un
patriotismo integrador y transversal.
Vivimos en la época de los símbolos
y de ahí la «guerra cultural» contra
ellos en España. Contra la Bandera,
el Himno Nacional, incluso contra
la Monarquía Parlamentaria representada
en el Rey como símbolo de
unión de todos los españoles, son
objetivos predilectos de esa dimensión
interna de la guerra cultural.
El libro no puede terminar de mejor
forma «Si perdemos la guerra cultural,
perderemos nuestro futuro,
el de nuestros hijos». En ese caso,
no podremos transmitirles aquello
que heredamos de nuestros
padres, nuestra Patria, es decir la
tierra de nuestros padres, lo nuestro,
nuestra forma de vida, nuestra
forma de ser, lo que hemos venido
conformando generación tras generación
a lo largo de más de cinco
siglos.
Pero «no hay casa que se mantenga
en pie sin sólidos cimientos»
concluye el autor. Si recuperamos
los cimientos, podremos hacer
justicia al lema que figura en el
Escudo Nacional, y que dice «Plus
Ultra», «Más allá», mirando a lo
lejos y proyectando el presente
de España en el futuro, como
hicimos cuando fuimos grandes y
fuertes. Es preciso que cada uno
cree su «escudo cultural» como
primer paso del «renacimiento
cultural» que nos propone el autor.
El objetivo final es evitar que se
deshaga España y Occidente en la
peor crisis de su historia.
Reseña aportada por
el General de Brigada
D. Luis Feliu Bernárdez
General de Brigada retirado,
antiguo director de la Revista Ejército