asesinatos y expulsión de armenios,
hasta llegar al de 1990 en Bakú, difícilmente
espontáneo, con centenares
de muertos y la expulsión de más
de 250 000 de ellos hacia Armenia y el
extranjero. De nuevo la limpieza étnica
se hacía presente.
En el Alto Karabaj las hostilidades son
un hecho a partir del referéndum independentista
y la creación de la república
de Artsaj, y también el acoso
a los azeríes. Para el 91, con la desaparición
de la URSS, el conflicto es
total y a cargo de los nuevos ejércitos
nacionales que, por medio de un conflicto
convencional, verán al final de
tres años de contienda la derrota de
Azerbaiyán, que pierde siete provincias
y el 14 % de su territorio, además
del Alto Karabaj, y ve cómo 700 000
nacionales tienen que abandonar sus
hogares.
Desde entonces, casi siempre con la
mediación rusa y la OSCE, se intenta
recuperar una situación de normalidad
que pasa por la recuperación
de territorios azeríes y la independencia
del Alto Karabaj, que a día de
hoy no ha sido reconocida por nadie.
El conocido como Grupo de Minsk1,
auspiciado por la OSCE y dirigido por
Francia, Rusia y los EE. UU., lo ha intentado
18 / Revista Ejército n.º 959 • marzo 2021
durante todos estos años con
nulos resultados, y ello pese a la declaración
acordada por los ministros
de Exteriores de ambos países en la
cumbre de la OSCE celebrada en la
capital de España en 2007 y conocida
como Principios de Madrid2, según la
cual se definían y acordaban los objetivos
y acuerdos que había que lograr
y que, pese a su aparente racionalidad,
nunca llegaron a ponerse en ejecución.
Siempre ha subyacido la impresión
de que ni Rusia ni Turquía, los
dos principales poderes regionales,
estaban interesados en una solución.
LA NUEVA GUERRA
En este cuarto de siglo ambos países
han evolucionado. El PIB azerí supone
cuatro veces el de su vecino, y su
presidente, Alijev hijo, nunca ha dejado
de sentir la presión nacionalista
que le impulsaba a la recuperación
de los territorios perdidos, lo que hizo
que en 2016 un breve estallido en la
línea de confrontación se saldase con
la recuperación de algunas zonas que
servían para recordar que las espadas
seguían en alto.
En estos últimos años, los gastos en
defensa por parte de ambos países3
han sido similares en términos de porcentaje
del PIB, lo que supone cuatro
veces más por el lado azerí. Armenia
continuó siempre con la adquisición
de materiales y equipo rusos, con
quien mantiene un pacto de defensa
y una base militar en la ciudad de
Gyumri, lo que posiblemente llevase
tranquilidad al ánimo del país, pero en
el lado azerí se estaba produciendo
una notable apuesta por nuevos socios
y equipamientos que iban a ser,
en definitiva, lo que convertiría esta
última guerra en un acontecimiento
militar que estudiar debido a los nuevos
elementos que aporta.
El acuerdo de defensa mutua con Rusia
no incluye al Alto Karabaj y, aunque
recientemente Armenia compró
una escuadrilla de Sukoi-30, estos
fueron contrarrestados por el despliegue
de un escuadrón turco de
F-16 del lado azerí (¿tendrán algo que
decir los EE. UU.?), lo que dejaba el
espacio aéreo a quien pudiese ocuparlo
con otros medios. Ahí es donde
aparecen los drones de todo tipo,
tanto de observación y reconocimiento
como de tipo medio dotados con
misiles, adquiridos en unos casos en
Turquía, que los fabrica con parte de
tecnología canadiense4, o, en el caso
de los más sofisticados, comprados
a Israel, a lo que se añaden radares e
inhibidores de frecuencias de última
generación, posiblemente adquiridos
en España, donde se encuentra una
de las factorías más importantes de
Europa5.
La táctica azerí también se vio influenciada
por la presencia turca y venía de
ser empleada profusamente tanto en
Siria como en Libia, contando con la
falta de contramedidas electrónicas
para detectar y anular ingenios hostiles
(se habla de enjambres de drones)
por parte armenia, y es que, al parecer,
los rusos solo dotan con ella a sus
propias bases, y no a los supuestos
aliados. Con estas premisas, y pese a
la contrastada superioridad combativa
armenia, la táctica consistía en localizar
posiciones defensivas y reservas,
aislar a las primeras y reducirlas
Armenia acordó entregar tres distritos que rodean a Nagorno-Karabaj -Agdam,
Kalbachar y Lachin- después de casi tres décadas bajo control armenio como parte
del gobierno ruso