guerra es inherente al ser humano si
aceptamos las premisas del afamado
pensador inglés, a lo largo de la historia
se han producido clamorosos intentos
de regularla y de constreñir sus
devastadores efectos.
Aun reconociendo las aportaciones
de Roma y Grecia a la humanización
de la guerra y las contribuciones de
algunos pensadores de la alta Edad
Media, como san Isidoro de Sevilla,
o de otros posteriores, como el influyente
santo Tomás de Aquino, para no
extendernos en exceso nos centraremos
en el dominico burgalés Francisco
de Vitoria (1486-1546). Considerado
el padre del derecho internacional
público, fue quien desarrolló el concepto
de guerra justa que constituye
la base de todo el derecho de los conflictos
armados recogido en la Carta
de Naciones Unidas de 1945.
El 18 de junio de 1539, Francisco de
Vitoria imparte en la Universidad de
Salamanca su famosa conferencia
«Relección sobre la guerra justa», en
la que admite la utilización del concepto
de justicia incluso en una acción
cruenta como la guerra. Según de Vitoria,
estipular si una guerra es justa o
injusta no es un tema baladí, porque
la participación en una guerra injusta
conlleva la condena eterna. Son justas
las guerras defensivas de resultas
de una agresión previa e igualmente
pueden estar justificadas las guerras
ofensivas si se cumple la siguiente
tríada axiomática: autoridad legítima,
causa justa y rectitud en la intención.
En virtud de la primera, quien detente
el poder o tenga la potestad para declarar
6 / Revista Ejército n.º 959 • marzo 2021
la guerra debe ser legítimo en
origen o en su desempeño. Lo es en
origen cuando ha conseguido la autoridad
por los cauces establecidos en
las leyes y en la Constitución de la nación.
Pero la autoridad también puede
obtenerse por el ejercicio continuado
del gobierno con moderación y mesura,
buscando en todo momento el bien
de la comunidad.
La segunda máxima, la de la causa
justa, se fundamenta en el resarcimiento
de la injuria recibida, aunque
siempre respetando el principio de
proporcionalidad.
El tercero, la rectitud en las intenciones,
implica que el fin último de la
guerra es la reparación del derecho
violentado, requisito indispensable
para el logro de una paz duradera.
A partir de los aforismos anteriores,
Francisco de Vitoria expone su definición
de guerra justa, en la que funde
los tres apotegmas: «La guerra justa
es la declarada y sostenida por una
autoridad legítima para defenderse
de una agresión o restablecer un derecho
natural vulnerado con la pretensión
de conseguir la paz perpetua».
CONCLUSIONES
Terminábamos la introducción de
este artículo preguntándonos si tenía
razón Sorley cuando escribió a su
progenitora diciéndole que no existía
la guerra justa y que, en todos los
conflictos, los contendientes cometen
idénticas atrocidades (expulsar a
Satán con Satán). También nos interrogábamos
sobre si su feroz crítica
se debía ceñir al contexto histórico y a
los dramáticos sucesos que le tocó vivir.
Con la perspectiva que nos dan los
100 años trascurridos desde que el
desafortunado poeta británico confesó
su profunda amargura a su madre,
afirmamos que difícilmente se puede
desligar su encendida diatriba de la
coyuntura de una guerra tan espantosa
como la Primera Guerra Mundial.
Soldados viviendo durante meses en
medio de la mugre, el barro y las ratas,
soportando los rigores del clima sin la
ropa adecuada, viendo cómo miles de
hombres mueren en unos segundos
bajo el fuego de las ametralladoras
o la artillería para ganar unas decenas
de metros o cómo el gas mostaza
quema los pulmones de tus compañeros
ante la carencia de máscaras.
¿Ninguna guerra
puede ser justa?
Evidentemente, no
Es cierto que en nuestra moral tradicional
no hay nada tan grave como
quitarle la vida premeditadamente a
un ser humano. De ahí que la prohibición
de matar deje poco margen a
las excepciones. Sorley no conoció la
amenaza nuclear ni la nueva guerra
que se desarrolla de forma continua
en el ciberespacio. Tampoco la amenaza
terrorista de diversos colectivos
cuyo objetivo es principalmente la población
civil.
¿Ninguna guerra puede ser justa?
Evidentemente, no. Pero lo que debemos
procurar y lograr es que la guerra
sea el último recurso con el que
dar respuesta a las discrepancias entre
Estados o grupos humanos. En
Infantería británica marchando por el pueblo de Vieux Berquin tras la Batalla de Loos la actualidad, filósofos moralistas y