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1878-1936
COLEGIO DE HUÉRFANOS
DE LA GUERRA EN EL
PALACIO DEL INFANTADO
DE GUADALAJARA
La construcción del palacio del Infantado se inició en 1480
y finalizó a finales del siglo xv, en el mismo lugar donde se
ubicaban las casas principales de don Pedro González, primer
Mendoza alcarreño. Fue reformado entre 1570 y 1580
introduciéndose elementos renacentistas, declarándose
en ruina en 1936 a causa de un incendio y restaurado en
los años sesenta en que el mutilado edificio se convirtió
en un edificio sorprendente con decoración y estructura
de corte gótico de tradición flamenca y ornamentación de
herencia morisca, adquiriendo el marchamo de gótico isabelino
o hispano-flamenco.
El 6 de diciembre de 1877 el Excmo. Sr. Capitán General
Marqués de Novaliches, como presidente del Consejo de
Administración de la Caja de Huérfanos de la guerra civil,
se dirige al Duque de Osuna, solicitándole la cesión de su
casa palacio con la finalidad de convertirla en alojamiento
de huérfanos de ambos sexos y a su vez conservar la casa
solariega de los Mendoza.
El ayuntamiento de Guadalajara, advirtiendo los beneficios
que ello reportaría a la ciudad se dispuso a contribuir
a la compra del edificio con la cantidad que sus recursos
le permitieran. El Duque del Infantado realiza una venta/cesión
de la mitad del palacio al Ayuntamiento fijándose en la
escritura que parte de la casa palacio sería con destino al
asilo de niños, por lo que la casa ducal y el ayuntamiento lo
ceden al Ministerio de la Guerra que lo utilizó como colegio
para huérfanos de militares.
El Palacio del Infantado, se convierte en centro docente
conocido como Colegio de Huérfanos de la Guerra que
inauguró el día 23 de marzo de 1879 S.M. el rey don Alfonso
XII acompañado por S.A.R. la Princesa de Asturias
doña Isabel, sus egregias hermanas las Infantas doña Pilar
y doña Paz. Este mismo año, se aprobó por Real Orden
en Consejo de Ministros, los estatutos de dicho colegio
en Guadalajara, que según su articulado se fundaban
en dicha ciudad (dos colegios) uno de varones con 250
plazas en el cuartel de San Carlos que había sido cedido
por el Estado al Ministerio de la Guerra, y el de niñas con
200 plazas, instalado en el Palacio de los Duques del Infantado,
que se convirtió en la sede definitiva de las huérfanas,
durante cincuenta y siete años, y en donde la educación
corría a cargo de la congregación religiosa de la
Sagrada Familia de Burdeos. En estos colegios solo ingresarían
los hijos de militares y marinos fallecidos en la
última guerra carlista, fijándose los nueve años y un día
como edad de ingreso, mientras que la salida definitiva se
debería realizar al cumplir los quince años.
Alumno en traje de diario en el Patio de los Leones
del Palacio del Infantado. Guadalajara, 1891