TRÁGICA MUERTE EN EL
ALCÁZAR DE SEGOVIA DE
UN INFANTE DE CASTILLA
Sepulcro del Infante don Pedro (1558)
En la mañana del día 22 de Julio de 1366, caía al foso del Alcázar de Segovia, un niño
llamado Pedro, hijo bastardo, aunque reconocido por su padre, de Don Enrique II de
Castilla. El ama, cuya custodia tenía al niño encomendada, ante en terror de ver caer
al tierno infante, se arrojó también al foso, yendo a estrellarse su cuerpo junto al del
malogrado niño
Francisco Ángel Cañete Páez
Comandante de Infantería
retirado
INTRODUCCIÓN
En la mañana del lunes 18 de noviembre
del año del señor 2019, y debido
a los trabajos que se venían realizando
en la capilla de santa Catalina de
la catedral de Segovia, donde, en artístico
mausoleo, reposan los restos
del infante don Pedro, hijo bastardo
pero reconocido por su padre don
Enrique II de Castilla, fallecido en extrañas
circunstancias al caerse desde
uno de los ventanales del Alcázar, fue
necesario abrir el sepulcro del infantito.
A tal efecto, y ante una expectación
inusitada, habida cuenta que dicho túmulo
no se había abierto desde hacía
461 años, en que fueron trasladados
(año 1558) desde la antigua catedral
a esta nueva, el cabildo catedralicio
designó una comisión presidida por
el Ilmo. Sr. deán de la catedral, don
Ángel García Revilla, el secretario del
cabildo, don Miguel Ángel Barbado
Esteban, y el canónigo encargado del
turismo, don José Antonio García Ramírez,
70 / Revista Ejército n.º 959 • marzo 2021
entre otras distinguidas personalidades.
Una vez retirada la losa con la presunta
imagen del infante, apareció un
cofre forrado de terciopelo rojo que,
una vez abierto, contenía en su interior
una blusita presumiblemente de
seda con botones de tela del mismo
color, un faldón de mayor tamaño y un
cinturón del mismo color que, hecho
un rollo, guardaba en su interior tres
huesos del infante, aún por identificar
las partes del cuerpo a las que pertenecían.
Los restos descubiertos daban una
primera aproximación de que se trataba
de un niño muy pequeño y nunca
de 13 o 14 años, como puede parecer
su esfinge en bajorrelieve que cubre
la losa sepulcral, y según se cuenta
en muchas publicaciones. Los restos
fueron llevados para su estudio e investigación
al laboratorio del Centro
de Conservación y Restauración de
Bienes Culturales de Simancas, comprometiéndose
el cabildo a dar cumplida
respuesta una vez que se conozcan
los resultados.
Y es lo cierto que esta noticia me impresionó
y, aunque ya conocía la desdichada
caída del infante en cuestión,
desde los tiempos en que hice la «milicia
universitaria» en el campamento
de El Robledo, próximo a la Granja de
San Ildefonso, me faltó tiempo para
trasladarme a Segovia e intentar averiguar
desde su imponente Alcázar,