que no hay pruebas convincentes de
un vínculo entre el gasto militar y las
tasas de desempleo. Dunne y Smith
(1990) muestran que el gasto militar
no causa desempleo y viceversa, y
que el gasto militar no tiene un efecto
significativo sobre el desempleo en
nueve de los once países de la OCDE.
Dunne y Watson (2005), en nueve
países de la OCDE, concluyen que no
hay un impacto significativo del sector
militar en el empleo para el período
1966-2002, mientras que es significativo
para el período de la Guerra
Fría, en el que Paul (1996) encuentra
que la relación causal entre el gasto
militar y el gasto no militar y el desempleo
no es uniforme en 18 países de
la OCDE para el período 1962-1988.
Payne y Ross (1992) hacen notar que
no existe una relación causal entre el
gasto en defensa y la tasa de desempleo
en los EE. UU.
Por el contrario, Abell (1990) cita que
el gasto en defensa causa desempleo
en los EE. UU. Utilizando datos
de 50 estados de los EE. UU., Hooker
y Knetter (1997) sugieren que el gasto
en adquisiciones militares tiene
un efecto laboral, ya que explica de
manera significativa la variación en
el crecimiento del empleo en todos
los estados. De este modo, la contratación
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de más personal destinado al
ejército vendría aparejada con el gasto
en forma de inversiones de material
con fines de defensa nacional, lo que
justificaría la mencionada relación
negativa entre gasto público y tasa de
desempleo. Barker et al. (1991) examinan
las implicaciones económicas
de los recortes en el gasto militar
para el Reino Unido y sugieren que
tales reducciones pueden conducir a
una reducción significativa del desempleo
y a un aumento en la producción.
Estos autores justifican la visión
de la mayor eficiencia del sector privado
sobre el sector privado. Yildirim
y Sezgin (2003) encuentran que el
gasto militar afecta negativamente al
empleo en Turquía, tanto en el corto
como en el largo plazo. Usando datos
taiwaneses, Huang y Kao (2005) estiman
que el gasto en defensa afecta
negativamente el crecimiento del empleo
en el corto plazo, pero positivamente
en el largo plazo. Wing (1991)
muestra que el gasto en defensa da
lugar a un empleo considerable en Indonesia
entre 1978 y 1980.
Motivados por los artículos citados,
se propone la hipótesis de partida y
a contrastar empíricamente (la existencia
de cambios estructurales en el
corto, medio y largo plazo) para esclarecer
la histórica confusión teórica,
quizás esta última nacida por
la simplificación de los autores en
el trato de la temática en el aspecto
empírico, y con la añadidura de
haber contrastado hipótesis empíricamente
con datos de países distintos
con sus diferencias culturales
añadidas. Así pues, la intención sería
examinar la relación causal entre
el gasto militar y el desempleo en un
período determinado de estudio, y de
un modo mayormente temporal con
rezagos en el gasto en defensa para
huir de simplismos, dadas las diferentes
relaciones que se establecen
entre ambas variables en función de
la distancia temporal. Quizás las supuestas
diferencias de los resultados
entre los trabajos de investigación
aplicados a diferentes países y culturas
pueden esconder únicamente
el factor tiempo como determinante
común, y sea el mencionado factor el
realmente relevante en el fenómeno
objeto de estudio.■