SECCIONES - OBSERVATORIO INTERNACIONAL
EL FUTURO DE IRÁN CON LA ASCENSIÓN AL
PODER DE RAISI
Alberto Pérez Moreno
Coronel de Infantería DEM retirado
La jura de Ebrahim Raisi como presidente
78 / Revista Ejército n.º 966 • octubre 2021
el 5 de agosto supuso el ascenso
de un clérigo chií de la línea
dura que plantea dudas sobre los
pasos que dará la República Islámica
de Irán en el futuro, especialmente
en política exterior y economía.
Es cierto que Raisi prometía en
su campaña electoral levantar una
economía hundida por las sanciones
estadounidenses y la pandemia,
al relanzar las negociaciones sobre
el Plan de Acción Integral Conjunto
(JCPOA) tras las seis rondas anteriores,
pero en su primera rueda de
prensa ya matizó que solo continuaría
las negociaciones de Viena si se
producían «resultados», una clara
referencia al levantamiento de unas
sanciones de EE. UU. que bloquean
su acceso al sistema financiero internacional,
prohíben la inversión
extranjera y restringen la compra
de crudo iraní y productos derivados,
algo que podría exacerbar las
tensiones sociales en Irán dada la
incapacidad del gobierno de satisfacer
las necesidades económicas
y laborales de sus ciudadanos. La
duda es si Raisi cederá en lo que
calificó como línea roja: permitir el
programa balístico y su actividad
regional, dos puntos que tanto Israel
como Arabia Saudí presionan
para que no se incluyan en el pacto1.
Una postura que el ministro de exteriores
israelí ha confirmado en su
vista a Washington al declarar que
continuarán los ataques encubiertos
contra el programa nuclear, algo
que ya hicieron en junio en la planta
de palas centrifugadoras de Karas y
causó daños importantes.
Otro tema que preocupa a Irán es el
regreso a Afganistán de una nueva
generación de talibanes. A finales
de los 90 la matanza de diplomáticos
iraníes en Mazar-i-Sharif provocó
su enemistad con los talibanes,
y posteriormente Irán ayudó a
EE. UU. a derrocarlos. Pero desde
mediados de 2010 les consideraban
un baluarte contra el Estado Islámico
y les dieron un cierto apoyo financiero
y militar. Ahora Teherán ha
aceptado el regreso de los talibanes
al considerarlos «más moderados
que antes», aunque temen la reanudación
de operaciones del Estado
Islámico-Khorasan, y preocupa la
inestabilidad afgana por la llegada
de nuevos refugiados y la exportación
de opio pero, sobre todo, por
los problemas económicos que podría
suponer, dado que Irán exporta
a Afganistán 2000 millones de dólares
al año —un tercio del comercio
afgano—, y por la lucha por las
aguas del río Helmand, algo que podría
obligar a Teherán a movilizar
la Brigada Fatemiyoun de la milicia
chiita afgana2. No obstante Irán ha
reanudado, a petición de los talibanes
y con una rebaja de un 70 % en
los aranceles, las exportaciones de
productos petrolíferos suspendidas
desde el 6 de agosto3.
LA CONSOLIDACIÓN DE LA
REVOLUCIÓN
La atención mundial se ha centrado
en la llegada al poder del intransigente
Raisi, pero la victoria de los
conservadores en las elecciones
parciales para la Asamblea de Expertos,
el Parlamento y los Consejos
de las ciudades, especialmente
miembros del Cuerpo de la Guardia
Revolucionaria Islámica (IRGC)
el ejército ideológico del régimen,
y la milicia civil voluntaria Basic, ha
iniciado un proceso de islamización
desde arriba que incluye la promoción
de estrictos códigos de moralidad
islámica y eliminar la influencia
occidental para así poder contrarrestar
la secularización de la sociedad
iraní y la creciente fuga de cerebros
de Irán4.
El hecho de que Raisi ganara las
elecciones de junio por un 61,9 %
de los votos, un resultado empañado