revista de aeronáutica y astronáutica / octubre 2020
memoria histórica del EA 831
Junkers Ju-88 de Los Llanos
(Albacete). Hoy, cuando en medio
de un fuerte vendaval descargaba
un gran chaparrón, el B.6-20
despegaba para llevar a cabo la segunda
misión de reconocimiento;
a su regreso, ya anochecido,
fallaron las luces de a bordo. En
un principio, el piloto pensó dirigirse
a Sevilla, por contar con una
pista más larga; desechada la idea,
en tanto que el observador, provisto
de una pequeña linterna, le
iba cantando las velocidades, realizó
una angustiosa toma con exceso
de velocidad, que no soportó
el tren. Sembrando el pánico del
personal, que veía al avión en loca
carrera enfilar la torre de mando
y la línea de He-111, que no alcanzó,
terminó ardiendo en pompa,
momentos después de que el
teniente coronel Rafael Borrás, el
capitán Domingo Tizón y los dos
tripulantes, milagrosamente pudieran
abandonarlo.
Nota de El Vigía: Habiéndonos
referido a Borrás (Foto), no podemos
dejar de señalar el mérito
y afición de quien empezando
por abajo, mecánico primero y
piloto de Tropa después (1922),
alcanzó el empleo de coronel honorario.
Muy volador, se distinguió
en los De Havilland Rolls
de Melilla; durante la guerra civil,
estuvo en los Savoia 79 Pavos
y de profesor en Jerez; acabada
esta, llevó a cabo la recogida de
numerosos aviones abandonados
por las FARE, entre ellos algún
Super Curtis de Toulouse; luego,
en el Grupo de E.M. disfrutaría
«haciendo horas» a aquella
variada colección de veteranos.
Propietario de una Moth Major,
un Bobcat y un Consul, incluso
dispuso de aeródromo en su finca
Valbueno, en Cavanillas del
Campo (Guadalajara). Fallecido
a los 93 tuvo tiempo para dar
rienda suelta a su afición, el
vuelo.
Hace 50 años
Afición
Manises 8 octubre 1970
Ministro del Aire hace ya un
año, el general Salvador
Díaz Benjumea siempre fue un
volador nato. Ayer, estando en
su casa su yerno, el capitán José
Pablo Guil Pijuán, le confesó:
– Estoy cansado de papeles,
mañana me voy a coger un T-6,
me perderé por España y si tomo
en Valencia pienso volar el
Mirage III; por tanto, si tienes
el libro del avión, enséñame la
cabina.
A todos los «trucos» que
le enseñé –me contaba Guil–
les encontraba comparación.
Como en el Saeta, como en el
DC-3...
Su llegada a Manises fue una
sorpresa, pues nadie sospechaba
que el ministro pudiera llegar
en un T-6. Al proponerle el
jefe del Escuadrón que, al ser su
primer vuelo, debería hacerlo
en la cabina trasera, con buen
humor le respondió:
– Nunca me ha paseado nadie
y menos ahora que soy
ministro.
Le acompañó en la cabina
trasera el capitán Juberias
quien, por lo visto, no pudo tocar
la palanca en todo el vuelo.
Hizo todo tipo de maniobras
incluidos loopings a 6-9; en uno
de ellos, debió de coger a la salida
el rebufo de la entrada, lo que
motivó un leve brinco que le llevó
a preguntar:
– ¿Me ha tocado la palanca,
Juberías?
– ¡Diós me libre, mi general!,
le respondió.
Cuando casi de noche regresó
a Madrid, su yerno lo encontró
eufórico; le dijo que el Mirage
era un verdadero avión de caza.
A la pregunta de qué le había
resultado más difícil le
respondió:
– El regreso en T-6 a Madrid.
El tiempo había empeorado y el
paso por la Serranía de Cuenca,
casi rozando los pinos fue complicado
por la lluvia y mala visibilidad,
sintiendo preocupación
por mi punto, el comandante
Gómez Coll que me acompañaba
en otro T-6.
Hace 70 años
Cara y cruz
Getafe 21 octubre 1950
A fin de reincorporarse a su destino –la Escuela Elemen
tal y de Transformación de El Copero– pilotado por
los tenientes José Vázquez del Pino y José León Pajares,
despegó esta mañana el HS-42 (ES:6-121). «Metiéndole
caña» en el ascenso, a escasos 8 km de la pista se les para
el motor. Ante lo inevitable, saltan el paracaídas pero, si
bien Vázquez salva su vida, León, enganchado con la rueda
de cola, cayó a tierra arrastrado por el avión. Este joven
palentino de Paredes de Nava (foto) como tantos, se
había hecho aviador durante la guerra, tras acreditar su
valor con una brillante hoja de servicios en el Arma de
Infantería.
Pero la fortuna es caprichosa y, a falta de nueve días para
que se cumplieran seis años, llevando a cabo el ya capitán
Vázquez, un vuelo rasante en el CASA Heinkel 111
(B.2H-79) del Ala 25, perdió una hélice, estampándose
contra el suelo en el término de Molino de la Partera.
En el trance perdió la vida junto a su segundo, el capitán
Fernando Onrubia, resultando heridos los cabos radio y
mecánico, así como un soldado ayudante.