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MANUAL DE SOPORTE VITAL AVANZADO EN COMBATE

a los miembros, generalmente llevaban consigo la amputación de los mismos para evitar la gangrena. Dado que el éter y el cloroformo, recientemente descubiertos como anestésicos, escaseaba, se realizaban en muchas ocasiones sin ningún tipo de analgesia/anestesia, y sin las mínimas medidas de asepsia (puesto que la idea de los gérmenes como causa de las infecciones fue postulada años después). Las enfermedades infecciosas, como en todas las guerras hasta entonces se cobraba más bajas que las armas. El paludismo, la fiebre tifoidea, el tétanos y la disentería causaban estragos en las tropas. Aunque inicialmente ninguno de los dos bandos contaba con una medicina militar preparada, la evolución a lo largo del conflicto, liderada por el médico militar americano Leatherman supuso el comienzo de la medicina de combate organizada moderna. La Primera Guerra Mundial (1914-1918) trajo consigo nuevos tipos de armas, como el empleo de agentes químicos con diferentes y muy graves efectos sobre el organismo, pero la guerra llevó la medicina moderna al campo de batalla: quiró-fanos sin gérmenes (Pasteur y Lister ya habían sentados los principios de la mi-crobiología moderna), vacunación frente a diferentes enfermedades infecciosas, diagnóstico por imagen (rayos X) y transfusiones de sangre. Fue el primer con-flicto de la historia en el que los gérmenes no causaron más bajas que las propias armas. Asimismo este conflicto reconoció por primera vez la llamada «neurosis de guerra» (lo que hoy conocemos por «trastorno por estrés postraumático») y vio nacer la cirugía plástica, por el empleo masivo de la artillería explosiva sobre las tropas. Además en este conflicto se definió con claridad ya un nuevo tipo de soldado, el sanitario, que no ejercía solo sus funciones en los medios de evacuación o en el hospital, sino que acompañaba a la infantería al frente de batalla para recuperar y ocuparse de los heridos, generalmente con gran riesgo de sus propias vidas. La Guerra Civil Española (1936-1939) trajo igualmente nuevas aportaciones a la medicina de combate, como el método de Trueta para el tratamiento de las heridas y fracturas de guerra, a partir del método definido por el norteamericano Winnett Orr. Unos años después se inició la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), que una vez más fue testigo de la aparición de nuevas armas y también de nuevas técnicas en la medicina de combate, como el empleo de las transfusiones de plasma en sustitución de las transfusiones de sangre, difícil de almacenar y que se estropeaba mucho antes. Sin embargo, el plasma se almacenaba en depósitos comunes lo que contri-buyó a la propagación de enfermedades infecciosas como la hepatitis entre los soldados que lo recibieron. En plena guerra, se abandonó el plasma y se volvió a la transfusión de sangre. 17


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