TEMAS GENERALES
ejercerla. Probablemente esto coincidiera en el tiempo con el resultado de las
reivindicaciones que desde 1975 estaba llevando a cabo el Sindicato Libre de
la Marina Mercante, publicadas en el número 1 de la revista Avante de agosto
de aquel mismo año, donde se solicitaba, entre otras cosas, que se otorgara a
la mujer el derecho de acceso al trabajo en la mar y a los estudios de Náutica
en igualdad de condiciones respecto al hombre. También desde Canarias hizo
fuerza en esa línea el histórico dirigente socialista, exalcalde de San Cristóbal
de La Laguna, exdiputado y exsenador, José Segura Clavell, que fuera presidente
del Cabildo de Tenerife y delegado del Gobierno en la Comunidad
Autónoma. Además, ejerció como profesor de Termodinámica de la Escuela
de Náutica de Tenerife, asignatura que cursaban los alumnos de la especialidad
de Máquinas, y estuvo muy relacionado con las vicisitudes parlamentarias
relativas a la constitución del Registro Canario para la Marina Mercante española,
al proceso de privatización afecto al sector marítimo español que se
produjo a comienzos de los años noventa y a la llegada de la mujer a la Marina
Mercante. Respecto a este último punto me gustaría destacar el ruego
publicado en el Boletín Oficial de las Cortes del 24 de julio de 1978, formulado
por María Dolores Pelayo Duque, senadora por Tenerife de Unión de
Centro Democrático, relativo a la solicitud de revisión por parte del Gobierno
de los trabajos prohibidos a la mujer. La senadora solicitaba al presidente
del Senado que se regulara el Estatuto de Trabajadores conforme a la nueva
situación, y que desde ese momento se revisaran los trabajos y profesiones
prohibidos a la mujer, según Decreto de julio de 1957, y en especial las prohibiciones
contempladas en los apartados b) y d) del número 2 del artículo 30 de
la Ley de 22 de julio de 1961, sobre derechos políticos, profesionales y
de trabajo de la mujer, de cara a que en el siguiente curso escolar pudieran
tener acceso a dichas profesiones las estudiantes que lo desearan. Probablemente
el cúmulo de todas estas peticiones y reivindicaciones de sindicatos y
políticos fue la causa que produjo que finalmente las mujeres pudieran acceder
a los estudios de la Marina Civil.
Al año siguiente, en el curso escolar 1979-80, Ángeles, junto a otras dos
mujeres que finalmente abandonaron los estudios, se matriculaba en la Escuela
de Gijón, convirtiéndose tres años después en la primera alumna de Náutica
española y, posteriormente en 1984, en la primera piloto oficial de la Marina
Mercante, con 29 años. Ángeles empezó su carrera navegando en buques
graneleros de España a Estados Unidos, y comentaba hace poco en una entrevista
de radio que no tardó mucho tiempo en ganarse el respeto de toda la
tripulación cuando la vieron meterse por los estrechos y largos túneles de los
buques, arrastrándose entre grasas y aceites. Más tarde embarcó en petroleros
de Campsa y Repsol, viajando a Nigeria y al mar del Norte. Era la única
mujer a bordo, a excepción de alguna esposa de oficiales o tripulantes. Entre
sus anécdotas, destacar que siempre le costó soportar el ruido constante de los
buques y respecto a la posible discriminación que pudo haber soportado, inci-
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