UN MURO ENTRE DOS
IMPERIOS
En el siglo xix, la reaparición de Afganistán
en el concierto internacional
se produce como consecuencia de
El Gran Juego, la pugna imperialista
librada en la zona entre la Rusia
zarista y la Inglaterra victoriana. En
esta contienda Afganistán no interesaba
per se a ninguno de los dos
contendientes: ni Rusia ni Inglaterra
tenían interés en dominar este territorio
por su valor intrínseco; interesaba
solo como amortiguador entre
las dos potencias. Es en este juego
en el que cobra valor este territorio,
carente de cualquier otro interés para
unas potencias que únicamente pretenden
evitar su dominio por la parte
contraria.
El Gran Juego llevará a Afganistán
a enfrentarse al Reino Unido en tres
ocasiones, en las denominadas guerras
Afganas de 1839, 1878 y 1919.
Solo al final de esta última obtendrá
Afganistán la soberanía plena. Frutos
del enfrentamiento con Gran Bretaña
serán la reafirmación de Afganistán
como nación y la definición de
sus fronteras, de forma unilateral, por
Gran Bretaña, que, buscando su propia
seguridad, partirá en dos las tierras
de los pastunes. La parte oriental
pasaría a formar parte de la India
británica y, tras la independencia, de
Paquistán. Esta frontera arbitraria y
artificial es aún discutida por muchos
en Afganistán.
PEÓN EN GUERRAS AJENAS
El final de El Gran Juego volvió a sumir
a Afganistán en la insignificancia
estratégica, hasta que la Guerra Fría
permitió que recobrara cierto protagonismo
en la pugna entre la URSS y
EE. UU. como un peón más en el tablero
de ajedrez en que se convirtió el
mundo en este período. En este caso,
su posición geográfica entre los dos
bloques, representados por la propia
URSS, Irán y Paquistán, le otorgaron
cierta relevancia que Kabul supo explotar
para obtener ayuda económica,
simultáneamente, de ambas superpotencias,
hasta que acabó cayendo
de lleno en la órbita comunista. Después,
la alianza con Al Qaeda y la intervención
internacional que siguió a
los atentados del 11S devolvieron a
Afganistán al escenario internacional,
por el dudoso mérito de haber acogido
y apoyado a Bin Laden y su red terrorista
global. Pero, una vez más, su
relevancia internacional no derivaba
de su valor intrínseco, de su riqueza
o poderío, sino de factores accidentales
que le otorgaban valor como actor
secundario en conflictos ajenos, en
este caso, como excepción, no relacionados
directamente con su posición
geográfica.
DE ISLA A PUENTE
Para definir el papel que Afganistán
juega a día de hoy en su entorno inmediato,
resulta necesario recurrir al
Afganistán en la Ruta de la Seda
concepto de «sistema regional». Existen
cuatro criterios para la identificación
de un sistema regional: la proximidad
geográfica, la interdependencia y
la reglamentación supranacional, la relación
sociopolítica y la económica. Un
último criterio, dentro del contexto de
la «teoría del complejo de seguridad
regional», se centra en la interdependencia
en el ámbito de la seguridad.
Esta teoría define la región como un
conjunto de unidades cuyas operaciones
de seguridad están vinculadas entre
sí, lo que hace difícil tratar cualquier
problema de seguridad al margen del
resto de componentes del sistema.
Desde esta perspectiva, podemos
concluir que Afganistán ha venido actuando
como una isla entre tres grandes
sistemas regionales: Oriente Medio
y golfo Pérsico, Asia Central y Asia
Meridional, sin pertenecer a ninguno
de ellos. A pesar de que la intervención
internacional iniciada en 2001 ha
convertido a Afganistán en un factor
relevante en la seguridad de los tres,
no puede considerarse que esta importancia
haya impedido considerar
la seguridad de cada uno de ellos al
margen de la influencia de Afganistán.
Aunque narcotráfico, refugiados y terrorismo
son problemas que se generan
en Afganistán y afectan a sus vecinos,
la problemática de la seguridad
de Oriente Medio, Asia Central o Asia
Meridional obedecen, al menos hasta
ahora, a problemas y dinámicas propias
en las que Afganistán constituye
un factor exógeno.
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