1921, ocho años desde el inicio de España
como nación protectora del norte
de Marruecos por acuerdo con Francia
en 1912 y convenio firmado con el sultán
Abdelaziz en 1913. Sin embargo,
ni el Garb ni la Yebala, ni la Gomara, ni
el Rif han estado totalmente en calma.
12 de enero de 1921, las tropas del general
Silvestre desembarcan y ocupan
Afrau, espolón rocoso en el mar a unos
11 kilómetros de Annual. Silvestre había
sido ayudante militar de Alfonso
XIII en 1918, comandante general de
Ceuta en 1919 y después de Melilla en
1920. El 15 de enero de 1921 las fuerzas
de Silvestre descienden hasta la
hoya de Annual. Ante la nula resistencia
rifeña, Silvestre se reafirma en descartar
los informes del teniente coronel
Dávila, su jefe de operaciones, y del
coronel Morales, jefe de la Policía Indígena,
que le advertían del peligro de
avanzar en el territorio del Rif sin recibir
los apoyos ni los medios necesarios, y
sobre todo sin consolidar el despliegue.
Tres meses antes Silvestre había
tomado Taffersit, a 100 kilómetros de
Melilla, en una arriesgadísima maniobra
con sorprendente resultado de éxito.
El convenio con el sultán permitía a
España y a Francia desplegar fuerzas
militares en sus zonas del protectorado
para mantener la seguridad.
Silvestre concluye su plan de operaciones
para desplegar en todo el Rif y
lo hace llegar el 10 de marzo al general
Berenguer, compañero de promoción
pero más moderno en el escalafón. Dámaso
Berenguer era el alto comisario
del protectorado español y general en
jefe del Ejército de África desde 1919.
Berenguer pone objeciones y autoriza
solo el objetivo de tomar Alhucemas
para mantener el nexo operativo entre
las comandancias generales de Ceuta
y Melilla. Berenguer fue el creador
de las Fuerzas Regulares Indígenas en
1911 y las dirigió en combate victorioso
en 1912 en la línea del Uad Kert (río
Kert), límite de la Yebala durante la segunda
guerra de África, donde los Regulares
se estrenaron.
El 12 de marzo Silvestre ocupa Sidi
Dris, enclave costero para asegurar
Annual. El Rif sigue aparentemente
tranquilo y en calma. Entre abril y
mayo, Berenguer mantiene al grueso
del Ejército de África y la mayor parte
de equipo y suministros en la Yebala
(Ceuta-Tetuán-Larache-Xauen),
determinado en derrotar a Muley el
Raisuni, jerife de la Yebala. En el Rif,
sin embargo, Silvestre apenas tiene
ambulancias, camiones, la mayoría
de sus ametralladoras están inservibles,
le faltan municiones y, sobre
todo, artillería. El 22 de mayo, y con la
sorprendente oposición del ministro
de guerra, Luis de Marichalar, vizconde
de Eza, la Junta de Defensa rechaza
la adquisición de moderno material
británico de guerra para el Ejército
de África.
Por desgracia, el optimismo de Silvestre
cambia el 2 de junio. La columna
del comandante Jesús Villar,
de la Policía Indígena, con refuerzo
de regulares y una batería de artillería
que manda Diego Flomesta, toma
Abarrán, donde deja dos compañías.
Nada más iniciar el repliegue de la
columna, los rifeños asaltan violentamente
la posición. Villar no logra reagrupar
sus fuerzas para contraatacar
y se dispersan presas del pánico, pierde
el control de la situación y se produce
la muerte de todos los oficiales,
salvo Flomesta, que es hecho prisionero
y se pierde la batería de artillería.
El suceso inesperado desconcierta al
mando del Ejército de África. El 5 de
junio, a bordo del crucero Princesa de
Asturias, Silvestre y Berenguer sostienen
una violenta discusión. Todos
los refuerzos que Silvestre pide para
la Comandancia de Melilla le son negados.
Tras llegar a Tetuán, al día siguiente,
Berenguer le dice al Ministro
Eza por cablegrama: «Actualmente,
nada ofrece que pueda ocasionar la
menor alarma o inquietud». El aviso
de Abarrán no parece preocuparle.
Dos días después, Silvestre ordena
fortificar la colina de Igueriben, a 5 kilómetros
de Annual.
Tras la toma de Abarrán, los rifeños
envalentonados atacan Igueriben,
que queda sitiado en julio y atacado
además con dos cañones de los
perdidos en Abarrán. Un único convoy
de abastecimientos, pese a sufrir
graves pérdidas, entra en la posición.
Es el único, pues todos los convoyes
con los que se pretendía abastecer
la posición entre el 18 y el 20 de julio
son rechazados. No hay agua, ni comida,
ni esperanza. Pero hay un jefe
excepcional, el comandante Benítez,
que será laureado a título póstumo.
El 21 de julio fracasa el último intento
de llevar agua a Igueriben. La exhausta
guarnición sale a la desesperada.
Algunos oficiales se suicidan, otros
comparten la muerte con los rifeños
que los acuchillan. Solo unos pocos
soldados llegan a Annual. Silvestre es
testigo de los hechos. Primero Abarrán,
ahora Igueriben, muy cerca de
Annual; la situación se torna insostenible.
22 de julio de madrugada: ante la presión
rifeña, se suceden las reuniones
de jefes de unidad en Annual, las opiniones
se dividen entre la retirada o resistir
en la posición. Al conocerse que
la artillería solo dispone de 20 proyectiles
por cañón, claramente insuficiente,
la retirada prevalece. Además,
el ganado lleva cuatro días sin beber.
Sin embargo, Silvestre se decide por
la resistencia. La huida de algunos oficiales,
que escapan en automóviles,
revienta la moral de la tropa. Otros
oficiales dan ejemplo manteniéndose
firmes, pero no es suficiente y toda
la Policía Indígena deserta y dispara
contra los españoles. Inmediatamente
se sucede el ataque de los rifeños
y la desbandada de las fuerzas españolas
es inmediata e incontenible.
La situación en Annual está fuera de
control y la disciplina desaparece en
medio del caos. Silvestre, que ha visto
caer muertos a sus ayudantes y ve
agonizar a sus tropas, no puede más
y se pega un tiro. Por la tarde, el general
Navarro, segundo jefe de la Comandancia
de Melilla, toma el mando
y llega a Dar Drius.
Al siguiente día, 23 de julio, el general
Navarro ordena la retirada; confía en
alcanzar, con todas las unidades de
las que dispone, el fuerte ubicado en
Monte Arruit, a solo 38 kilómetros de
Melilla. Los rifeños, desde las laderas
del cauce seco del río Igan, atacan sin
descanso. El Regimiento de Caballería
Cazadores de Alcántara 14, con el teniente
coronel Primo de Rivera al frente
de 700 cazadores, cargará hasta la
extenuación para proteger la retirada
de las fuerzas de Navarro, y muere en
un alarde de heroísmo el 90 % de la
unidad. Casi cien años después consigue,
¡en 2012!, la merecida Laureada
colectiva, que impuso su majestad
el rey Felipe VI al Regimiento Acorazado
de Caballería Alcántara 10, sucesor
del 14, en el Patio de la Armería
del Palacio Real de Madrid.
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