revista de aeronáutica y astronáutica / noviembre 2021
Northrop/CASA SF-5 en el Ala 21 895
300 millas de la base. Se volaba en
silencio radio entre 300 y 500 pies y
solo se pulsaba el micro para decir
«cables o pájaros» seguido de: «por
arriba o por abajo» dependiendo de
por donde se pasará el obstáculo.
De aquellas misiones queda el recuerdo,
refugiarse del calor del verano
bajo la sombra del plano, con
el plotter, mapa plastificado y lápiz
graso, preparando la segunda baja
cota del día.
De las semanas de tiro con destacamento
en Zaragoza, se programaban
20 por escuadrón y año, siempre nos
quedarán las pasadas de NAPALM
a 100 pies en Caudé o Bardenas, el
tiro de cañón y como recompensa
los premios anuales de la «lenteja de
oro» a los mejores tiradores. Llegamos
a aprendernos con precisión la
geografía del sur de España y a tirar
armamento real en maniobras con el
Ejército de Tierra en Chinchilla, Cerro
Muriano y San Gregorio.
La unidad entró de lleno en el entrenamiento
internacional con los
ejercicios Datex-Galia con los franceses
y Poop Deck con la US Navy.
Verdadero reto para los pilotos y espaldarazo
para los escuadrones, que
aprendieron que eran capaces de
combatir en cualquier ambiente.
Las misiones de reconocimiento
fotográfico tenían algo especial,
siempre se volaba solo y eran muy exigentes
en su realización. En tiempos
donde, sin ningún tipo de grabación,
todo se fiaba a la palabra de piloto,
esa misión no tenía ningún margen
de error y la longitud de la película
era muy limitada, «o salía el objetivo
en la foto con el ángulo exigido…o
era misión fallida». Era fácil identificar
el resultado de la misión con ver
la salida del piloto del debriefing de
la sala de fotografía… si el piloto salía
con las orejas gachas…había que repetir
la misión. Desde luego era una
buena escuela de rigor profesional.
A comienzos de 1974, la tensa situación
en el Sáhara, amenazaba un conflicto
bélico. En abril de ese año, justo
cuando la unidad acababa de cumplir
el hito de las 25 000 horas de vuelo
(+6000 por año) se decide destacar
18 aviones del Ala 21 a la base aérea
de Gando, en la isla de Gran Canaria.
Los F-5 se volaban con los tres depósitos
exteriores lo que le daba un
total de 5000 litros de combustible
suficiente para aproximadamente tres
horas de vuelo a alta cota. Este avión
ligero y de poco plano, notaba mucho
las cargas, eso hacía que los nuevos
pilotos, que en Talavera habían volado
con el avión limpio, notaran mucho la
diferencia en características de vuelo.
En el año 1974 se realiza en el 18.º
SQN de la USAF el primer curso de
reconocimiento fotográfico. El comandante
Bayo y los capitanes Ríos,
Clemente y Mendo son los oficiales
elegidos para esta nueva misión.
Las misiones en el Sáhara son
principalmente de patrulla armada
y reconocimiento fotográfico.
Estas misiones, con el avión muy
cargado la pareja recorre los 120
km. de la cinta de Fos Bucraa o
visita los destacamentos de nuestro
ejército en el Sáhara. Uniendo
la presencia aérea con la toma de
datos desde cabina, y a la vez sintiendo
la proximidad de la amenaza
por la necesidad de ver el terreno...
Máxima concentración y compenetración
entre elementos son la clave
del éxito. La técnica consiste en volar
en ofensiva, el punto ligeramente
por detrás en un costado y más alto,
sobrevolará en posición de ataque
el objetivo que el líder haya identificado.
Uno de los puntos débiles de
esta maniobra es encelarse en el objetivo
y perder velocidad, por lo que
los pilotos se avisaban al acercarse a
«…300 nudos».
De esta forma, con esfuerzo y eficacia
los Gallos de Morón consiguen, en
diciembre de 1975, llegar a las 500 misiones
sobre el Sáhara sin incidentes en
vuelo reportados dignos de mención.