misiones del Escuadrón de Despliegue Aéreo dosier 915
Asimismo, desde Torrejón embarcaba un equipo AMPT en
cada uno de los vuelos de Air Europa para realizar el control del
personal evacuado en el trayecto Dubái-Torrejón.
Las familias embarcaban en Kabul en los A400 después de
pasar varios días intentado entrar al aeropuerto, sin comer ni
prácticamente beber, exhaustos, cansados pero con la esperanza
de poder dar a sus hijos una vida mejor.
La mayoría de las personas evacuadas no habían viajado
nunca en avión, lo que unido a la incertidumbre de un futuro
incierto, les provocaba una situación de estrés y ansiedad en
los momentos previos al embarque, siendo un factor a tener
en cuenta por parte de los equipos de protección embarcados.
Esta situación contrasta con la actitud durante los vuelos entre
Dubái y Torrejón, puesto que en esos momentos ya eran totalmente
conscientes de que estaban volando hacia un sueño,
hecho realidad,
El trabajo realizado por los equipos AMPT ha sido fundamental
para asegurar la ejecución de las operaciones aéreas, apoyando
al personal evacuado en todo lo que estaba a su alcance,
proporcionándoles la tranquilidad de saberse protegidos.
En total realizaron veintiocho misiones de evacuación, 17 entre
Kabul y Dubái en A400 y 11 entre Dubái y Torrejón, siendo
esto una muestra de la elevada intensidad y exigencia de la
operación.
MISIÓN A KABUL
El sargento primero Gamarro ha sido el jefe de uno de los
equipos AMPT encargados de la seguridad en los A400 en el
revista de aeronáutica y astronáutica / noviembre 2021
puente aéreo que conectaba el aeropuerto de Kabul con la
Base Aérea Al Minhad, Dubái.
Con seis misiones a su espalda, y ocho años de experiencia
en la unidad, define la misión de evacuación de Kabul como
«intensa», y se siente orgulloso de haber participado en ella.
No obstante, el sargento primero es padre de un niño de cinco
años, el cual tuvo muy presente durante todo el despliegue:
«la misión deja imágenes que jamás podré olvidar. Imágenes
de hombres, mujeres y niños que, nada más bajar la rampa del
A400, rompían a llorar porque sabían que les habíamos sacado
de aquel infierno, o porque recordaban a los familiares que
dejaban atrás».
Pero sin duda, destaca como lo más duro el ver las rasgaduras,
manchas de sangre, contusiones, con los que llegaba
el personal al avión, después de haber superado los controles
de los talibanes, así como las miradas perdidas por lo vivido en
pocos días.
Muchos de los niños tenían la edad de su hijo pequeño, y
cada vez que llamaba a casa se acordaba de los llantos de los
niños en brazos de sus madres mientras embarcaban en el
avión.
Pero a pesar de todo el esfuerzo y sacrificio, la conclusión del
sargento primero es que volvería sin pensarlo otra vez, para
poder dar esa segunda oportunidad de un futuro mejor a todas
esas familias.
Joaquín González Lázaro
Capitán del Ejército del Aire